Revista Viajes

El Algarve portugués

Por Martafr1975

Martes 9 julio 2019

Dejamos Sevilla y entramos en Portugal por la región del Algarve, conocida por sus imponentes acantilados, playas de arena dorada y bonitas islas donde la vida parece detenerse. Pero el Algarve no es solo turismo de sol y playa, bonitos pueblos, centros históricos y una maravillosa gastronomía basada, sobre todo, en la pesca hacen de esta soleada zona un destino incomparable.

Lo primero que nos encontramos es con la bonita población de Tavira que se extiende a ambos lados del río Gilão y es considerado como uno de los pueblos más bellos del Algarve. Y no les falta razón, un laberinto de calles adoquinadas custodiadas por las ruinas de un castillo y por la iglesia Santa Maria do Castelo construida sobre una mezquita en estilo gótico hacen de Tavira una auténtica postal.

Durante la Era de las Expediciones, Tavira fue un puerto muy importante y base de las que se dirigían al norte de África, pero en el siglo XVII, cuando el río Gilão quedó obstruido por los sedimentos, empezó su declive que se agravó con la epidemia de peste en 1645 y con el terremoto de 1755. Más tarde encontró su hueco en la pesca del atún y la industria conservera. Hoy se dedica, casi exclusivamente, al turismo.

La próxima aldea pesquera de Santa Luzia es un buen lugar si lo que se quiere es ir en barco a la Ilha de Tavira o en tren hasta la Praia do Barril. Nosotros dejamos la vista a las islas del Parque Natural de Ria Formosa para mañana.

Después de un ligero pícnic a orillas del canal nos dirigimos a Faro, capital del Algarve. Su pequeño pero cuidado centro histórico rodeado por una muralla medieval alberga callejuelas adoquinadas con casas de un blanco puro, arcos de entrada y salida de la ciudadela y una catedral que, junto con otros muchos edificios, tuvo que ser restaurada tras el terremoto. 

El camping en el que nos alojaremos las dos siguientes noches está a una media hora de distancia. No abunda este tipo de alojamiento en Portugal por lo que nos tocará hacer campamentos base e ir desplazándonos con el coche a otras zonas. En Quarteira, el camping Orbitur Quarteira ofrece un complejo con piscina y muchos servicios pero no le vendría mal una remodelación total, tanto de los edificios de los wc y duchas, como de los caminos. El precio es razonable y ofrece tranquilidad, algo que para una zona tan turística es de agradecer.

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Miércoles 10 julio 2019

Olhão no tiene un atractivo especial pero su ajetreado mercado matinal es uno de los más importantes de la zona, especialmente el de pescado dando fe de la principal fuente de ingresos de sus habitantes. También es un buen punto de partida para visitar alguna de las islas que conforman el Parque Natural de Ria Formosa. Para los más aficionados a tomar el sol durante horas, un ferry zarpa cada dos horas (aproximadamente) hacia ellas desde el muelle que hay al oeste del mercado. El precio son unos cinco euros para el trayecto ida y vuelta. Para los que tienen poco tiempo y quieren ver todo en un solo día, algunas empresas ofrecen sus servicios para una travesía en barco recorriendo algunas de las zonas más importantes del parque.

El Parque Natural de Ria Formosa se extiende 60 kilómetros a lo largo de la costa del Algarve, desde Faro hasta Cacela Velha. Incluye un enorme humedal, salinas, y ensenadas siendo sus marismas una importante reserva de aves migratorias. Pero son sus islas de dunas lo que más atrae al turismo, entre ellas la Ilha do Farol con un enorme faro (uno de los mas grandes de Portugal) rodeado de pequeñas casas de paredes blancas y puertas y ventadas de vivos colores donde parece que el tiempo se haya parado. Un aire un tanto hippie invade el lugar. Obvia decir que en ninguna de las islas hay coches ni motos, la gente se traslada a pie por las dunas que llegan hasta las puertas de las casas o en barca. 

La Ilha de Culatra vive casi exclusivamente de la pesca y así lo demuestran sus pocos restaurantes donde ofrecen un pescado fresco cocinado a la brasa. Sobran los condimentos y las florituras, no son necesarios. Su sabor es intenso. Sardinas, dorada, atún, todo recién pescado, del mar a la mesa.

La Ilha de Armona suele ser la tercera y última parada de un trayecto que recorre playas vírgenes con aguas azul turquesa. Nosotros también paramos en Armona, pero no en la población, que es lo que se suele hacer, nuestra embarcación se quedó sin combustible y tuvimos que ser remolcados hasta una playa próxima para esperar a que nos trajesen gasolina. No puedo decir que nos importase demasiado el imprevisto, fue como estar en un trozo de paraíso. Playa desierta, arena blanca y agua transparente como el cristal. Desgraciadamente no tardaron en venir a “rescatarnos” y el sueño acabó.

Llegamos al camping y Scott nos recibe alegremente, parece que no le ha importado mucho quedarse descansando. Las sombras que proyectan los eucaliptos son perfectas para que dentro de la caravana se esté fresco y él no tenga que pasar estos calores, además el mar y el agua no le gustan mucho y él durmiendo en lo alto de nuestras almohadas es feliz.

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Jueves 11 julio 2019

Día de traslado. Recogemos campamento y nos trasladamos al Parque de Campismo Alvor, situado en la población del mismo nombre. Buenos servicios, piscina, parcelas sombreadas y muy limpio, nos servirá de campamento base durante los próximos días.

Esta zona del Algarve, desde Faro hasta Alvor, es la parte más explotada. Poblaciones con altos edificios de apartamentos, resorts y sin ningún tipo de planificación urbanística. Eso sí, las playas son estupendas y bien valen unos días por aquí.

Según todas las guías, la mejor playa de esta zona es la Praia de Rocha seguida por algunas como la Praia de los Tres Irmãos o la Praia do Vau todas ellas enmarcadas por acantilados de tonos ocres y rojizos, enormes extensiones de arena, con bares, restaurantes y zonas privadas. Ideales para quien busque este tipo de playas, pero las hay mejores y no hace falta irse muy lejos. La Praia do Barranco das Canas igualmente resguardada por un acantilado y limitando al oeste por la formación rocosa Ponta João de Arens, muestra innumerables rocas que la erosión ha ido esculpiendo creando arcos y grutas. Es un playa tranquila y en un entorno muy natural a pesar de la poco distancia al centro urbano de Portimão. Desde el aparcamiento se accede a un sendero por la parte superior del acantilado hasta la punta de la formación rocosa y la Praia João de Arens. Ideal para los que quieren estar solos.

Al atardecer es momento de pasearse por la Praia de Rocha en Portimão, población totalmente evitable si no fuese por sus playas y los paisajes que la rodean. Bloques enormes construidos sin ton ni son convirtiéndola en una sórdida ciudad portuaria llena de un turismo de masas de sol y playa, sin más.

Por suerte acabamos el día cenando en el F Restaurant, con magnificas vistas a la playa y a los acantilados, una carta de platos portugueses de calidad y un servicio impecable. Entre sus platos los camarones salteados, liguinis con almejas y una magnífica cataplana (la sirven para uno, lo normal es mínimo dos). De postre texturas de chocolate con fresas y helado de albahaca y un cake de limón. Un lujo a nuestro alcance viendo como cae el sol con una copa de vinho verde.

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Viernes 12 julio 2019

El día ha amanecido algo más fresco de lo normal y con algunas nubes en el cielo. Día perfecto para visitar Silves en el interior del Algarve y ver algo que no sea costa y mar.

Silves es una bonita población de calles sinuosas con casas de tejados naranjas a orillas de río Arade. Cuenta con uno de los castillos mejor conservados del Algarve con muros de piedra roja sobre lo alto de una ladera. Bajo el castillo se encuentra la catedral, erigida en 1189 sobre una mezquita y reconstruida en diferentes ocasiones, cuenta con una talla de uno de los cristos más importantes en la procesiones de Semana Santa. El mercado es visita obligada para comprar algo de fruta fresca y verdura para cocinarlas a la plancha esta noche.

El cielo está despejando y es momento de volver a la costa.

Carvoeiro es un pequeño pueblo costero con casas de color blanco encaramadas sobre el acantilado de color dorado. Bares, restaurantes y casas de veraneo miran hacia la pequeña y concurrida cala desde la que sale un sendero que se dirige hacia el este donde se halla la bahía del Algar Seco, una serie de grutas esculpidas por la erosión. El camino, unos 6 kilómetros, sigue hasta Praia da Marinha, con tiempo y menos calor las vistas sobre los acantilados deben de ser espectaculares.

La Praia de Benagil es una de las imprescindibles de la zona. A rebosar de gente, su mayor reclamo es la cercanía de una de las cuevas más bonitas del Algarve. Para llegar a ella es necesario un barco, un kayak o los más osados pueden ir nadando. Nosotros pertenecemos a estos últimos. Y es que la temperatura del Atlántico hace que la respiración se te corte durante los primeros segundos para luego notar que tus extremidades se te están quedando casi dormidas. Quizás exagero un poco, pero para los que venimos del Mediterráneo bañarte aquí es puro desafío. Bueno, la cueva es preciosa pero no puede estar más concurrida.

La Praia da Marinha es la última hasta la que se llega por el sendero, una más de las tantas playas de rocas kársticas de la zona y considerada la más bonita. En su límite oeste, otra de las imágenes más fotografiadas de la región, los arcos naturales formados en las rocas calizas.

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Sábado 13 julio 2019

Lagos se alza a orillas del río Bensafrim y aunque sus murallas encierran calles adoquinadas y pintorescas plazas su verdadero atractivo son sus playas y el espectacular cabo Ponta da Piedade. A tres kilómetros del centro, por un sendero poco señalizado y algo descuidado se llega a la punta tras pasar por increíbles miradores naturales sobre playas enmarcadas por acantilados. Las vistas desde los acantilados próximos al faro son espectaculares y muestran la fragilidad de la zona que se erosiona con las violentas lluvias invernales y los fuertes vientos que soplan en estos lares. Unas escaleras bajan hasta un pequeño puerto natural donde es posible contratar un barco de pescador para adentrarse por las cuevas que forman este maravilloso lugar de aguas turquesas. 

De vuelta a Lagos hacemos un fallido intento para llegar a la Praia da Balança, pero el camino para llegar a ella es muy complicado y se nos hace imposible bajar. La Praia dos Pinheiros, aunque también de difícil acceso, no es tan complicado llegar a ella. Unos pocos nudistas y algún que otro despistado con bañador son los únicos que osan llegar hasta aquí en lugar de hacerlo a las playas más concurridas y tradicionales. Acantilados con formaciones rocosas que llegan hasta el agua cristalina y la tranquilidad de una playa casi desierta hacen que valga la pena el duro camino de ida y el peor camino de vuelta.

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