" Oye, hay quien lee libros peores-protesté-. Por ejemplo, todas esas novelas de vampiros. Y nadie les compadece"
El alquimista impaciente fue ganadora del premio Nadal en el año 2000. Han pasado doce años desde entonces y es justo ahora cuando yo la descubro. Leí a Lorenzo Silva en su magnífico "Niños feroces" y decidí en ese momento volver a leerle. Así que me hice con un par de libros, "El alquimista impaciente" y "La flaqueza del bolchevique". Leer a Lorenzo Silva es siempre una gozada. En este libro nos mete de golpe y porrazo en una investigación criminal a cargo del sargento Bivilacqua y su ayudante Chamorro. Nos lleva por los distintos recovecos que supone la muerte de un técnico nuclear, cuya vida como siempre no es la idílica que uno pensaría al verlo bien vestido y con mujer e hijos. Y es que todos tenemos algo que ocultar y en el relato sobre todo nos encontramos con eso, con la ocultación sistemática, con los juegos de poder, con la venganza personal vestida de lino blanco y buenos modos. Encontramos en sus páginas tramas pseudopolíticas y pseudonucleares. Pero sobre todo el pundonor de un sargento de la guardia civil Vila y su ayudante. Y es ese pundonor el que nos lleva desde un supuesto asesinato que se sobresee hasta la reapertura del caso por otro asesinato, el de una rusa que ejerce la prostitución. Y entre esos asesinatos descubrimos la dura causa un ajuste de cuentas bien llevado, bien imaginado, e incluso creíble que es lo que a veces uno no se encuentra en libros de corte policíaco.Nos vemos sumergidos en un pasado reciente de comisiones millonarias por la recalificación de un terreno o la concesión de un contrato de basuras. Situaciones que hasta hace no mucho tiempo eran comunes y creaban millonarios que andaban con Lamborghini Murciélagos amarillos por la carretera. Y nos encontramos también con dos formas de entender la vida de lujo, la de Zaldívar, elegante y la de Críspulo Ochaita, vulgar. Y ante la disyuntiva y pese a que me encante la elegancia me he quedado en el lado de Críspulo, porque es de esa gente que al menos va con la cara por delante dispuesto a que se la rompan en cualquier caso.Si ustedes gustan, sírvanlo despacio. Lectura ideal para un verano aciago de calor e insomnio. Lectura rápida, sin frases destacables pero intensa como la aventura que narra. A mi me pasa en verano sobre todo, cuando el sol aprieta, cuando el cansancio por la astenia te atenaza el pensamiento, necesito libros como éste, que me diviertan, que me metan en la historia como uno se sumerge en la piscina. Libros de acción, de misterio, de esos que leías con quince años. Libros que disfrutas sin plantearte nada más. Leer por leer. Disfrutar por disfrutar.
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