Existe una profunda y creciente frustración en España ante los escasos logros de la llamada democracia y una creciente nostalgia de tiempos pasados que se nutre de la contemplación del asqueroso presente de un país corrompido, injusto, desigual, arruinado y en proceso de descomposición. Las mejores pruebas del "fracaso" de la mal llamada "democracia española" son la decepción y la nostalgia.
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Si preguntas a los españoles por el país ideal, descubres con sorpresa que sueñan con el pasado. Quieren una sociedad unida y segura, en la que se pueda trabajar honradamente, pasear libremente por las calles y plazas sin ser asaltado por delincuentes y dormir con las puertas del hogar abierta, en la que apenas se paguen impuestos, donde reinen el respeto y la disciplina, un país sin la actual corrupción política galopante y donde todos nos sintiéramos parte de un proyecto común. Es casi el vivo retrato de la España de los años sesenta y setenta, en la etapa final del franquismo.
Si los españoles, después de tres décadas de presunta "democracia", sueñan con una sociedad parecida a la del pasado, entonces ¿que carajo ha conseguido la mal llamada democracia española?
Un lector de Voto en Blanco dice que "la democracia es un despeñadero por donde han caído los valores, los principios, la disciplina, la honradez, la decencia, la verdad y mil valores más que el viejo general asesino, por lo menos, supo cuidar." Otro lector afirma: "la progresía (durante el Franquismo) se empeñaba en hacernos creer que vivíamos como esclavos. Nos hicieron creer que democracia y partitocracia era una misma cosa, y así nos va. ¡Ahora sí que me siento esclavo! Esclavo de la banca que me asfixia. Esclavo del chorizo de turno, de los 902 que me obligan a gastar entre llamada y llamada tanto o más que lo que pretendía reclamar. Esclavo de las tarjetas de crédito con sus T.A.E. del 26%. Me duele reconocer que nunca me sentí más libre que desde mi mayoría de edad hasta hasta Noviembre del 75. Lo demás puro espejismo." Otro dice: "Soy un trabajador nacido en el año cincuenta, hijo de otro trabajador. Durante el régimen de Franco, pudimos estudiar y hacer carreras universitarias, tanto mi hermano como yo. Fuí un joven feliz, crecí con la certeza de estar en un país en donde mi seguridad estaba garantizada, jamás tuve la sensación de que algo me pudiera ocurrir cuando a altas horas de la noche me movía por las calles de Madrid. Termino diciendo que los que hoy se llaman de izquierdas han conseguido que me esté posicionando en donde nunca pensé que podría posicionarme."
Internet en España se llena cada día más de nostalgias del pasado, señal inequívoca de que el presente es frustrante y provoca rechazo.
Can la mal llamada "democracia" hemos conseguido libertad, pero una libertad controlada y mediatizada por un gobierno que miente, por decenas de televisiones públicas que propagan "La verdad del poder", no la auténtica verdad, por cientos de medios de comunicación sometidos al gobierno y por miles de periodistas, psicólogos, asesores e intelectuales al servicio del poder político. La "libertad" ganada ni siquiera nos permite elegir libremente a nuestros representantes, ya que son los partidos los que elaboran las listas, que el ciudadano sólo puede aceptar o rechazar, sin introducir cambio alguno.
Hay un mito español moderno que dice que hemos recibido la democracia sin tener que pagar un alto precio por ella, como tuvieron que hacer otras sociedades, que lucharon contra el comunismo o el fascismo. Sin embargo, el precio que han pagado los españoles por una libertad controlada es mucho mas alto de lo que se cree: se han perdido los valores, se ha perdido la seguridad, se ha roto la igualdad, se ha hundido la unidad, vivimos rodeados de corruptos y delincuentes, pagamos impuestos por todo, carecemos de ideales y de un futuro común como pueblo y estamos obligados a sostener un Estado estrambótico, ineficiente y tan costoso que es insostenible, integrado por 86.000 concejales casi 9.000 alcaldes, 17 Presidentes de Autonomías, casi 1.600 parlamentarios autonómicos, 350 diputados en Cortes, 300 Senadores, 200 parlamentarios en Estrasburgo, una Casa Real, 20 Ministros y una "horda" de funcionarios, asesores, enchufados y parásitos cifrada en casi tres millones y medio de personas.
Bajo el terrible mandato de Zapatero, los españoles constatan a diario que el futuro, sin ilusiones ni esperanzas, se desvanece y se carga de decepción, mientras que el inmenso aparato de propaganda del poder nos quiere convencer de que la libertad lo es todo: "Vivo en el mejor de los mundos. Soy feliz ,puedo elegir el color de mis barrotes".
Pero, cuando empieza a faltar lo principal, cosas como el trabajo y la comida, emergen la indignación y la rebeldía frente al poder injusto e indecente, mientras la libertad se desdibuja y pierde prioridad.