Independientemente de las consideraciones cualitativas, el aluminio secundario es mucho más económico de producción que el material electrolítico y, todavía más importante, bajo el aspecto energético se pone con relación al primario en la proporción 1/25; esta característica constituye un elemento muy significativo sobre la competitividad del metal ligero con otros metales de construcción.
Actualmente el término secundario no se considera limitativo a efectos de calidad, pero fundamentalmente tiene un significado de origen, porque en muchos casos la tecnología del refinado, o sea de la producción del metal de segunda fusión, permite obtener metal de elevada pureza; igualmente el material bruto también se utiliza en la producción de aleaciones con tolerancias químicas muy amplias utilizadas exclusivamente en la industria de fundición y especialmente en la fundición a presión.
A diferencia del material primario, obtenido por vía electrolítica, el metal secundario o de segunda fusión, se obtiene por fusión de diversos tipos de trozos procedentes de la elaboración primaria del aluminio (chatarras) y de la recuperación del aluminio de materiales que lo contienen y que han sido desechados.
Del aluminio puro, y la unión con otros metales, se obtienen aleaciones, que pueden tener diversidad de características. Estas aleaciones se pueden presentar en lingotes para fundición, tocho para extrusión de perfiles, placas para laminación, etc. Estos productos resultantes están sometidos a unos controles muy complejos de análisis micro-gráficos y sondeo por ultrasonidos, antes de ser entregados a las industrias de transformación. Por otra parte, el ahorro de energía es una realidad ha hecho necesarias las investigaciones tendientes a su reducción; en menos de 20 años está ha sido importante: la energía necesaria para producir 1 Kg. de aluminio era de 25 Kw. En 1965, ahora no llega a los 13 Kw.