Ayer mientras hacía radio y hablábamos, (intercambio con la audiencia) sobre el amor; varias/os oyentes mencionaban lo doloroso del amor.
Quienes andaban con las emociones por el subsuelo coincidían en solicitar un viejo tema musical de los 80’ (creo) “El amor duele” (Love hurts- Nazareth).
Terminado el programa me quedé pensando si realmente es así. Me inclino a pensar que nuestro orgullo o egoísmo hace que duela; de alguna manera, no nos gusta “perder”.
El amor es algo maravilloso. EL sentimiento y nunca puede doler. Duele que una relación se termine o que no pueda ser, duelen los desencuentros, duele no ser correspondidos/as. El no compartir con esa persona que nos acompañaba a soñar. Duele la ausencia, lo que no será, se añora, los recuerdos provocan melancolía.
Si entendemos el amor como la capacidad de sentir y albergar el más sublime de los sentimientos… no puede doler. Duele la ausencia.
Amar es soñar, volar… pero con alas propias.
Por ahí tendríamos que aprender a reformular esa relación que en un momento fue de intenso amor y pasión para que sea de amistad, confianza, cariño, respeto por lo sentido y vivido…
Insisto, el orgullo y egoísmo generan incapacidad para atesorar en nuestro ser, lo mágico de ese amor ido. Vivir el duelo es lícito, pero que no sea eterno.
El amor no puede doler, es para siempre, solo nos resta aprender a guardarlo y mirarlo desde otro lugar…