Los hombres han de amar a sus esposas como Cristo amó a Su esposa – sacrificándose. Han de hacerlo reconociendo que el amor comprendido bíblicamente, no se refiere al sentimiento ni a la emoción; más bien el amor es una serie de acciones que transforman a ambos. El amor bíblico es eficaz. Los maridos han de amar a sus esposas, reconociendo que les afectará en la esfera del espíritu. Mientras la esposa cultiva un espíritu afable y apacible, se vuelve más bella. El la trata en la manera de Cristo en todo, tanto lo grande como lo pequeño. Ella crece en belleza, y esa belleza es atractiva a su marido. Pero este amor no es igual al enamoramiento que sentían cuando por primera vez se conocieron – no lo puede ser. Es algo mucho más maduro. Por lo tanto, no se debe confundir con el amor romántico; es algo mucho mejor.
