Revista Diario

El amor es mi forma de cambiar el mundo

Por Belen
El amor es mi forma de cambiar el mundo El amor es mi forma de cambiar el mundo. Con esta frase tan contundente y al mismo tiempo tan cargada de verdad empecé y acabé el fin de semana. Un fin de semana de retiro, de introspección, dedicado a mi misma. Por mi, para mi y en consecuencia para todos los que me rodean. Porque hay una máxima que todos deberíamos aplicarnos y en raras ocasiones lo hacemos: Para cuidar, hay que cuidarse. Y yo hoy me siento más viva que ayer y se me nota en la sonrisa, en mi mirada, en mis ganas de dar y por supuesto en mi deseo de recibir.
Es extraño que un retiro de dos días te haga despertar tantas sensaciones, tantas conexiones, pero lo ha hecho. Es curioso poder llegar a compartir tanta intimidad con personas absolutamente desconocidas, pero lo he conseguido.
El taller al que he asistido consigue a través de la meditación recuperar el equilibrio perdido, gracias a la energía del amor. Esta energía proviene de una fuente inagotable de bienestar a la que siempre estamos (o deberíamos estar) conectados. Si la aceptamos y la dejamos fluir, nos conducirá a una conexión con elementos tan fundamentales como son la tierra o el universo. El problema viene cuando la rechazamos, la rehuímos, nos enfrentamos a ella o no queremos aceptarla.
La meditación es un camino interesante y que desde aquí recomiendo. Un camino que me ha llevado hacia un objetivo sin marcar. No voy sin rumbo, pero sí sin expectativas, sin metas y sin pretensiones. Mi único fin es el conocimiento de mi misma gracias al sentimiento más puro, el amor.
Si habéis leído hasta aquí podéis pensar: qué friki, qué rara, alucino, etc, etc, etc..... ¿A qué sí? ;) Pero vamos a ponerle un contexto. Transformemos mi primera frase El amor es mi forma de cambiar el mundo. ¿Habéis visto la frase que luce en el margen izquierdo del blog junto a la imagen de unos huevitos en una cama? La crianza con apego es mi forma de cambiar el mundo. ¿Os vais situando?
¿Qué hacemos en la crianza con apego? ¡Dar amor! Sin más, darlo a mansalva, sin límites ni condiciones. Pero si esa misma filosofía y propósito lo trasladamos a nuestra vida adulta, suena raro. Me encantaría que reflexionarais en este punto.
Una de las meditaciones más intensas que he llevado a cabo estos días me ha permitido visualizar que soy la pieza de un puzzle perfecto, que es la vida. Soy un árbol, que se nutre de la energía de la tierra y se beneficia del beneplácito del soy y el universo para crear, para dar vida al igual que la propia naturaleza hace. En un ejercicio debíamos encontrar y escribir aquello que nos gustaba de nosotros mismos. Mi primer punto fue: Amo ser madre. Y a lo largo del fin de semana he visto que la naturaleza, la tierra tienen, han tenido y tendrán la misma función que tengo yo aquí y ahora: dar vida. Esa conexión, esa unión que sentí en ese momento me hizo llegar a esa fuente inagotable de bienestar. La he reconocido y aceptado. Y me siento bien por ello.
Esto es sólo un pequeño matiz de todo lo que llegué a experimentar y sentir en dos días intensos donde he estado mirando hacia dentro de mi en lugar de hacia fuera. Todos podemos dar amor y en consecuencia recibirlo. He sentido amor por esas mujeres que me han acompañado en esta aventura. Y me sentido querida, arropada y protegida por ellas. Hemos formado un círculo de mujeres y me han entregado un pedacito de su alma que guardo y guardaré en un cofre precioso. Ellas también se han llevado un trocito de la mía, entregado con toda mi gratitud.
Gracias Alicia, por hacerlo posible, por acompañarme, por descubrirme esta felicidad. Tenías razón, el efecto secundario de la realización de este taller es el síndrome de abstinencia. El amor genera adicción.

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