Revista Cultura y Ocio

El amor es un ala que festeja el vuelo

Por Calvodemora
A veces los pájaros acuden si los llamo, vienen en bandadas, se atropellan en el alféizar de la ventana, miran qué hago, observan los libros encima de la mesa, picotean con entusiasmo la paradoja de las palabras, parece incluso que escuchan el teléfono cuando suena y el jazz suave que viene de la salita, pero en realidad no hay trama más allá de la impresión poética, no acuden si los llamo, están convidados por el azar, están sin que yo intermedie en ese prodigio. En otro modo de entenderlo todo, nosotros somos los pájaros, acudimos si nos llaman, vamos en tropel, nos atropellamos sin concierto, observamos qué hay detrás, si la cosecha o tan sólo la semilla, si el final severo o el entusiasta acto de inicio. Lo que importa es la trama, construir la memoria, tenerla a mano, conferirle el rango de libro y abrirlo en cuanto se nos ocurre, consultar, ver qué podemos hacer para que no sintamos el peso del mundo, que no es amor, hace tiempo que no es amor, lo fue, lo es a ratos, estuvo ahí el amor, codiciando amantes, copulando sin brida al modo en que lo hace la lluvia cuando lame la tierra, invisible, puro, gozoso y alto. Como la luz en su danza con el aire. Como el temblor de los cuerpos cuando se unen. El amor es un ala que festeja el vuelo.

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