Título: El amor imperfecto
Autora: Sara Rattaro
Editorial: Duomo
Año de publicación: 2014
Páginas: 261
ISBN: 9788415945178
Descubrí a Sara Rattaro
en marzo del año pasado con Si escucharas mi corazón. O
sería mejor decir que la autora italiana me enamoró. Por eso,
cuando el otro día vi en la biblioteca su última novela, El amor
imperfecto, no lo dudé ni un instante y me la traje a casa. Sus
casi trescientas páginas tan solo me han durado tres días. Días en
los que he disfrutado muchísimo con esta historia cercana, humana,
corriente, intensa, cálida, emocionante, inolvidable. Una historia que nos mete
de lleno en el día a día de una familia italiana de clase media que
vive en Génova.
El padre, Alberto, acaba de ser ascendido a
responsable del departamento comercial de su empresa. La madre,
Sandra, es un ama de casa valiente, luchadora, con un fuerte carácter
y un gran carisma. Este matrimonio tiene dos hijos, Alice, una
adolescente responsable, inteligente y madura. Y Matteo, un niño de
ocho años que nació con sordera. Es frágil, débil, vulnerable.
Por eso todos los demás miembros de la familia deben protegerle,
cuidarle, arroparle. Pero Matteo es ante todo un niño sensible,
cariñoso. Es emoción, contacto y mucho silencio.
Un silencio que le
impedirá ser un niño normal. Que será una barrera para sus
estudios, sus amistades, sus relaciones. Que se interpondrá en la
vida, el futuro y la felicidad de su hijo. Eso es lo que piensan
Alberto y Sandra y, al mismo tiempo, lo que quieren evitar. Por eso
Sandra no duda en dejar su trabajo en una editorial y dedicarse en
cuerpo y alma a Matteo. Le lleva a la logopeda, a musicoterapia, le
enseña a comunicarse leyendo los labios y en el lenguaje de signos.
Alice, por su parte, va
mucho más allá. Es su hermana mayor, pero también su mayor
defensora, su mayor protectora. Su amiga, su confidente, su cómplice.
Y su profesora de ajedrez. Es la que más orgullosa está de Matteo
precisamente porque también es la que más cree en él. La única
que tan solo ve sus virtudes, jamás sus defectos.
Los capítulos se
alternan entre el presente y el pasado, donde conocemos a Alberto
cuando era un joven de 18 años que cursaba el último año de
instituto. Es entonces cuando se enamora de Camilla, la chica nueva
de la clase, guapa, inteligente, brillante y una prometedora
bailarina.
Alberto tendrá que
elegir entre Camilla y Sandra. Entre un amor pasado, idealizado,
perfecto, y otro presente, real y, precisamente por eso, imperfecto.
Porque la realidad nunca, jamás, es perfecta. Nuestra vida, nuestros
sueños, nuestros planes y proyectos nunca son como habíamos
imaginado. Nunca nada es tan idílico, tan eterno. Porque el amor es
frágil, se puede romper en cualquier momento, en un solo instante, y
volverse imperfecto.
De eso nos habla esta
novela que está dividida en diez capítulos. El primero está
narrado por Alice, el penúltimo por Matteo, el último por Sandra y
el resto, por Alberto. Capítulo a capítulo, Alberto nos desvela las
siete reglas del ajedrez: protege a tu rey, nunca atacar si no se
tiene una buena defensa, quien domina el centro domina todo el
tablero, la mejor defensa es un buen ataque, es importante prever uno
o más movimientos además del que hace el adversario, a veces es
mejor sacrificar una pieza para no poner en peligro toda la partida,
el rey nunca muere solo conoce la rendición.
Y capítulo a capítulo
Alberto se desnuda ante nosotros. Nos descubre sus miedos, sus
deseos, lo que le asusta y le acobarda, lo que echa de menos, lo que
le gustaría ser. Como hombre, como amante, como marido, como padre.
Pero sabe que él solo jamás lo conseguirá. Camilla sigue siendo
inalcanzable, en todos los sentidos. Y él no se ve capaz de amarla
lo suficiente para retenerla a su lado. Como tampoco se ve capaz de
estar a la altura de Alice ni, mucho menos, de ayudar y cuidar a
Matteo.
Para eso está Sandra.
Ella es quien los mantiene unidos. Siempre atenta a todo, capaz de
todo, incansable, valiente, luchadora. Pero ella, como todos, también
es frágil, también duda, tiene miedo, es humana.
Y los humanos cometemos
infidelidades, errores. Nos equivocamos. Hacemos daño a quienes más
queremos. Nunca sabemos qué decisión tomar. Cuál es la correcta,
la que nos llevará directos a la felicidad, a ese amor perfecto,
idílico, que tanto anhelamos. Ese amor que, en el fondo lo sabemos
aunque no queramos reconocerlo, solo existe en los cuentos de hadas.
Porque la vida es mucho
más dura, difícil, cruel e injusta. Por eso es necesaria la culpa
y, al mismo tiempo, el perdón. Los sacrificios, las renuncias. Eso
es crecer, madurar, hacerse adulto, ser padre. Eso es vivir.
Una vez más Sara Rattaro
hace gala de un lenguaje intenso, cercano, cálido, con el que es
capaz de hablar de sentimientos con los que todos nos sentimos
identificados. Nos habla suave, despacio, nos susurra y, al mismo
tiempo, nos desgarra con un estilo visceral, íntimo, capaz de
transmitirnos todo. Y así construye personajes con los que es fácil sentirse identificado, comprenderlos, cogerles cariño y todo sin sentir nunca la necesidad de juzgarlos.
Una historia que aborda
un tema tan duro, difícil y complejo como la sordera, al menos para
mí totalmente desconocido hasta ahora y que, sin embargo, me ha
llegado muy adentro. Quizá porque ahora que soy madre me resulta más
fácil sentir lo que Sandra siente por Matteo.
Una historia que conmueve
y emociona y que, al menos a mí, al final me ha arrancado alguna que
otra lagrimilla al leerlo mientras miraba cómo Pablo echaba la
siesta a mi lado y Amets jugaba tranquilo en su parque. Sé que
nuestra familia, nuestro amor, no es perfecto. Pero es el nuestro. El
que hemos elegido, el que hemos construido, en el que creemos y por
el que luchamos cada día. Es imperfecto, pero es amor. Y con eso nos
basta.
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