Él no puede cantar, el que no emite un sonidoLa leyenda cuenta que Jaufré Rudel era un caballero de la Corte de Leonor de Aquitania, conocido como el Príncipe de Blaye, una villa cercana a Burdeos en el estuario del Garona. Era trovador de la Corte de Leonor y sus poemas de amor hacían suspirar a las damas de palacio. Pero su corazón tenía dueña: una dama lejana, de la que había escuchado hablar por los guerreros que volvían de las tierras de Oriente, una de las mujeres más bellas del mundo, Melisenda de Trípoli. (Muy posiblemente, esta Melisenda fuera Hodierna de Trípoli, esposa de Raimundo II).
ni puede dar forma a los versos, el que no dice una palabra,
ni puede ver los caminos de la poesía
el que no entiende el significado.
Por lo tanto, mi canción comienza de tal modo
que mientras más la escuches, más será para ti.
Estoy tan cautivado por este amorAunque Rudel no conocía a Melisenda, ella fue el centro de su obra. Sus poemas, siguiendo las reglas del llamado amor cortés, describían su pasión y su amor incondicional por la lejana dama.
que cuando corro hacia ella
Siento que estoy caminando hacia atrás
y como si estuviera huyendo de mí.
Y mi caballo se mantiene tan lento
un ritmo, que creo que nunca la alcanzaré
a menos que ella quiera esperarme.
Amor de una tierra lejana,Al no cesar su pasión, Rudel pensó en viajar a las tierras de su amada, para expresarle en persona su amor. Pero el viaje era largo y costoso y Rudel no era rico para afrontarlo.
por tu bien, todo mi corazón duele
y no puedo encontrar un remedio
(salvo la reverberación de su nombre)
a la enfermedad de carecer del dulce amor,
en el jardín y detrás de la cortina,
de un compañero anhelado.
Nunca más gozaré de amorRecurrió, entonces, a otra táctica: confiarle sus poemas a los caballeros que partían a Tierra Santa con la promesa de que se lo harían llegar a Melisenda. Así, los poemas de Rudel recorrieron el camino que lo separaba de su amada.
si no gozo de este amor de lejos,
pues no sé en ninguna parte, ni cerca ni lejos,
de más gentil ni mejor.
Su mérito es tan verdadero y tan puro que
Ojala allí, en el reino de los sarracenos
fuera llamado cautivo por ella.
Que nadie se maraville de míPasaron los años y el rey Luis VII de Francia, organizó la Segunda Cruzada. Y Jaufré Rudel vio la oportunidad de emprender el sueño e ir en pos de su amada. Gastando los ahorros de los últimos años, Rudel embarcó en Marsella, rumbo a Trípoli.
si amo algo, nunca lo veré
si nada me duele más
que eso que nunca he visto con mis ojos
que nunca me mintió ni me dijo la verdad
ni sé si ella lo hará.
Triste y afligido debo partirPero los años ya habían hecho mella en su cuerpo y las inclemencias del viaje erosionaron su salud. Cuando llegó a Palestina, Rudel estaba gravemente enfermo. Pese a su estado, logró llegar a Trípoli y pedir una audiencia con su amada Melisenda. Lamentablemente, los guardias de la Corte se rieron de su pedido y le dieron vueltas al asunto. Frente a la puerta del castillo, Rudel se sintió morir en la orilla, tras nadar tantos años en el mar de su pasión.
si no veo este amor lejano.
No sé cuándo la veré,
tan lejos están nuestros países.
Tantos son los cruces y las carreteras,
que no puedo decir.
Iré a su morada,La salud de Rudel se deterioró definitivamente. Llevado a un albergue, lo dieron por muerto. Esa noticia llegó a oídos de Melisenda quien se dirigió inmediatamente al lugar y lo encontró agonizando en el lecho.
un ladrón,
con tanto peligro como si cruzara
un mar.
Si ella no tiene piedad de mí,
yo azoto
un caballo muerto
¡Ay! Le ruego mucho
y no obtengo de ella ninguna satisfacción.
Dice verdad quien me llama ávidoMelisenda lo tomó en sus brazos y Jaufré Rudel abrió los ojos, la vio y supo que era el amor lejano por el que había estado esperando tanto tiempo. Alabó a Dios por haberlo mantenido con vida para verla y, poco después, falleció en brazos de su amada.
y anheloso de amor de lejos,
pues no hay otro placer que tanto me guste
como el gozo del amor lejano.
Pero lo que quiero me está tan vedado
porque mi padrino me hechizó
de modo que amara y no fuera amado.
Dice la leyenda que Melisenda lo hizo enterrar en la casa del Temple, con grandes honores, y otros aseguran que ese mismo día, ella se hizo monja, debido al gran dolor que significó su muerte.
Jaufré Rudel murió pero el recuerdo de su amor fue retomado por los poetas románticos que contaron, una y otra vez, su historia y su recompensa por su paciente espera: morir en brazos de su amor.
Ahora tengo alegría, y estoy feliz
y estoy restaurado en mi valor,
y nunca volveré a otro lado
ni codiciaré las conquistas de otras personas
porque ahora estoy seguro
que es sabio quien espera
y que es un tonto que pierde su paciencia.
FUENTES:
https://es.wikipedia.org/wiki/Jaufré_Rudel
http://literaturauniversaliesames.blogspot.com.ar/2012/02/jaufre-rudel-el-amor-de-lejos.html
http://www.trobar.org/troubadours/jaufre_rudel/
http://lecturasdelviaje.blogspot.com.ar/2014/02/en-mayo-cuando-los-dias-son-largos-de.html