Encuentro con Diotima en la Atenas de Pericles
Nadie sabe a ciencia cierta si la alusión a Diotima en el Banquete de Platón es una mera personificación de las ideas del filósofo ateniense o fue un personaje histórico. Pero cuando Sócrates nos habla de ella, alude a un hecho histórico: Gracias a un sacrificio que consiguió que ofreciesen los atenienses en otro tiempo, antes de la peste, hizo retroceder diez años el estallido de la epidemia1. Sócrates se refiere a una epidemia de peste que asoló Atenas a mediados del siglo V a.C. Pericles habría pedido ayuda a una sacerdotisa del templo de Apolo, llamada Diotima, quien gracias a sus ceremonias de purificación y más que probables conocimientos médicos, habría ayudado a la erradicación de la epidemia. Tenemos así a una sacerdotisa en Atenas. Pero Diotima provenía de otro lugar de Grecia: Una mujer de Mantinea, llamada Diotima, que era tan versada en estas cuestiones como en otras muchas2. Hablando del Amor en el Banquete El Banquete de Platón se sitúa en casa del poeta Agatón. Después del festín, uno de los invitados, Erixímaco, propone como tema de conversación el Amor. Cuando le toca el turno a Sócrates explica que su visión sobre el Amor está basada en las enseñanzas recibidas de Diotima de Mantinea. Eros es, según Diotima, algo que está entre dios y el ser humano y entre cualidades como bueno y malo, bello y feo. Hace posible que los seres humanos aspiren a la belleza y a la bondad y que busquen la verdad 3. Si las palabras de Diotima fueron verdaderamente suyas o fueron puestas en su boca, está aun por dilucidar. El Banquete es, junto a un busto el único testimonio de la existencia de esta mujer que se inmiscuyó en el Banquete para ayudar a definir el concepto platónico del amor. En cualquier caso, si existió verdaderamente Diotima, fue una mujer que amó la verdad y aspiró ella misma a la belleza y a la bondad4.Si quieres leer sobre ella
Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf
El Banquete, Platón
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1. El Banquete, Platón. Pág. 64 2. Ídem 3. Mujeres filósofas en la historia, Ingeborg Gleichauf. Pág. 15 4. Ídem. Pág. 16