Hoy en día proliferan más tipos de emparejamiento dónde la diferencia de edad ya no supone una barrera emocional. Quizás, por fin, se está consiguiendo romper con prejuicios sociales y se empieza a establecer una nueva consciencia en las relaciones amorosas.
Es verdad que los tiempos cambian y actualmente el cuidado del cuerpo está tan extendido que cualquiera puede acceder a frenar el paso de los años a golpe de tarjeta. Lo externo podemos ocultarlo pero de lo interno no puedes prescindir. Los prejuicios, lo vivido, lo aprendido, la madurez te acompañaran allá donde estés y con quien estés, y es preciso que tomes consciencia que igual de perjudicial es adentrar a alguien más joven a que siga tu camino, impidiendo que viva la ruta que le pertenece, cómo intentar seguir el camino del joven por unas andaduras que ya te resultan empinadas y agotadoras.
Entonces, ¿qué buscan y con qué se encuentran los amantes con diferencias de edad dispares? El enamoramiento nos arrastra hacia unas proyecciones reflejadas en el otro, con nuestros deseos y carencias. Muchas jóvenes encuentran al sabio o maestro reflejado en su profesor de universidad; otros chicos ven a la protectora, cuidadora y paciente mujer soñada detrás de una enfermera o ama de casa desengañada; la fuerza, seguridad y valentía tras el uniforme de policía, activista…. Un sinfín de proyecciones hechas realidad. En otras ocasiones, menos novelística que las anteriores, las mujeres maduras buscan la juventud perdida, el dinamismo y la diversión en un cuerpo 20 años menor; y ellos se convencen que la madurez de ellas les aporta experiencia, estabilidad y compromiso. Al emparejamiento contrario les pasa lo mismo, las jóvenes encuentran madurez y conocimiento, y el maduro encuentra juventud y pasión.
Sea como sea no deja de ser una transacción, todos salen ganando pero no se sabe a qué precio. El paso del tiempo puede llegar a ser muy cruel y asusta. Quizás la mujer madura piense, con el tiempo, que su cuerpo ya no es tan joven y que quizás produzca cierto rechazo a su joven amado. Y aquel hombre maduro puede convertirse, a ojos de su joven esposa, en un culto tedioso que ya no tiene nada más que enseñarle.
Todo lo marcará el tiempo, a no ser que ambos individuos de la pareja sean capaces de transmutar el concepto de “tiempo”. Si existe la capacidad de vivir “el aquí y ahora” también existe la posibilidad de vivir el amor, el compromiso y las expectativas de futuro a corto plazo con total autenticidad, disfrutando de lo que tienes, sin miedo al futuro incierto que puede o no, unir profundamente o alejar inevitablemente.