Este es el título de la la última novela de José Luis Olaizola. En El anarquista indómito (editorial Libros Libres), se narra
la increíble peripecia de Melchor Rodríguez, conocido como el “Ángel
Rojo” Ni odio, ni revanchismo, ni resentimiento.
Encontrarán a un personaje de izquierda, anarquista, humilde chapista
del sevillano barrio de Triana, que iba para torero -y se codeó con
Domingo Dominguín, padre del maestro Luis Miguel- y acabó siendo uno de
los fundadores de la FAI (Federación Anarquista Ibérica).
Un hombre, acaso un tanto ingenuo, que creía en la fraternidad
universal, en la justicia social y en la redención de la clase obrera. Y
que no se quedó en teorías de salón sino que predicó con ejemplo. Luchó
por esos ideales durante la II República, y coherente con sus ideas
pacifistas, se enfrentó a sus correligionarios anarquistas y a los
comunistas, con Santiago Carrillo a la cabeza, para salvar la vida de
miles de personas del bando contrario.
Salvó, entre otros, al general Muñoz Grandes, el futbolista Ricardo
Zamora, o los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. En la checa
que él mismo creó en 1936 (la del palacio de Viana) no había sacas, ni
fusilamientos, y llegó a dar acogida a seis monjas de la caridad.
Un excelente ejemplo de humanismo, de
amor y respeto por todo ser humano. Felicito al autor por traer a la
memoria este gran hombre que amaba la no violencia.