El ángulo muerto, de Aro Sáinz de la Maza

Parece que se está convirtiendo en costumbre que publique las reseñas en domingo, este ya es el cuarto domingo consecutivo que os traigo mi opinión del último libro que he leído. Se nota que ya mañana pasamos a la fase 3 y cada vez paramos menos en casa, menos horas para leer y reseñar y más para recuperar el tiempo perdido y, poco a poco, volver a disfrutar de la compañía de familiares y amigos y del aire libre y la naturaleza, que falta nos hacía. 
Hoy os voy a hablar de El ángulo muerto, de Aro Sáinz de la Maza, la segunda entrega de la serie de novela negra protagonizada por Milo Malart tras El Verdugo de Gaudí. Y la tercera parte, Dócil, espero leerla en junio o, como muy tarde, en julio.  El escritor catalán puso el listón muy alto con el inicio de esta saga y, aunque esta continuación me ha gustado, no ha estado a la altura de su predecesora. En esta ocasión nos encontramos con dos crímenes. Las víctimas son un abogado de un prestigioso bufete, y una becaria del mismo despacho de abogados. Y, al mismo tiempo, alguien está sembrando los parques infantiles de la ciudad con cadáveres de perros empalados. Una matanza macabra y siniestra que muestra lo peor del ser humano.  Como no podía ser de otra forma, los encargados de investigar ambos casos serán Milo Malart y Rebeca Mercader, que continúan con su particular tira y afloja personal y profesional y padeciendo las presiones de sus superiores. Además, la jueza Susana Cabot sigue fuera de juego y su sustituto no puede ser más opuesto a ella. Estirado, perfeccionista, maníatico, rencoroso y vengativo.  Una vez más, el escenario de esta historia es Barcelona. Pero ya no es la ciudad abrasada por el calor del verano de El Verdugo de Gaudí, sino una ciudad amenazada por los nubarrones, las tormentas, el viento, la lluvia y el frío en pleno mes de enero. Un mes oscuro, negro, siniestro, hostil. 
En esta ocasión junto con los personajes y la trama policial la gran protagonista de la novela es la crisis. La política, con el procés soberanista y la corrupción, pero sobre todo la de la gente de a pie, con el desempleo, los trabajos precarios y la pérdida constante e inevitable de dignidad.  De eso habla esta historia que sigue siendo tan negra, siniestra y trágica como la anterior. De lo que la gente está dispuesta a hacer con tal de conservar la poquita dignidad que le queda. De hasta dónde pueden llegar para huir de la miseria, la pobreza y la penuria. De lo que es capaz alguien para conservar a su lado a sus seres queridos.  Milo Malart sigue siendo peculiar, único, irrepetible. Sigue bebiendo agua, cenando alubias y butifarra, comiendo pan tumaca y pescado frito. Sigue preocupado y obsesionado por la esquizofrenia que acabó con la vida de su padre y está destrozando la de su hermano Hugo. Pero, a pesar de todo, me ha dado la sensación de que la trama personal avanzaba poco. De lo mejor, Tío, el nuevo compañero de Milo Malart.  Respecto a la trama policial, aunque no me ha llegado a enganchar tanto como El Verdugo de Gaudí, sí que me ha hecho disfrutar mucho. Me ha gustado que hubiese dos investigaciones paralelas, los asesinatos en el despacho de abogados y las brutales muertes de perros.  Pero, sin duda, lo que más me ha gustado y creo que es lo que más destaca en esta novela es la ambientación. Aro Sáinz de la Maza retrata a la perfección la crisis, la desesperación, la ambición, la obsesión por el dinero, por huir de la miseria, la pérdida de dignidad. Un retrato con todo lujo de detalles de una sociedad podrida. 
A pesar de todo, El ángulo muerto no me ha hecho sentir y vibrar tanto como El Verdugo de Gaudí. Aun así, ya os adelanto que no tardaré en leer Dócil. Que Milo Malart es mucho Milo Malart.  Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.  Bueno