No sabéis las ganas que tenía de leerme este libro. Más de un año buscándolo, a punto de comprármelo en varias ocasiones. El año sin verano, el encuentro de Byron, los Shelley, Polidori en aquella villa de Ginebra, bajo el cielo oscurecido por las cenizas de un volcán indonesio. De ahí salió Frankenstein y de ahí salió El vampiro, antecedente de Drácula.
O sea, que prometer, prometía.
Pero ya está, no ha pasado de promesa.
En resumen, este libro es la historia de una obsesión, la del autor por aquel encuentro en Ginebra. Y como está muy obsesionado nos cuenta sin cesar lo obsesionado que está. Todo el rato igual. Qué obsesionado estoy, uf, mientras va viajando sin cesar por el ancho mundo, a sus cosas de escritor reconocido.
Es decir, ¿aporta algo nuevo este libro a lo que ya se sabía? Poquito. Es un ensayo lleno de reflexiones sobre aquellos personajes, su encuentro en Ginebra, su pasado y su futuro. Pero digamos que no termina de rematar, que se pierde en elucubraciones líricas y en ensoñaciones, que nos presenta a los protagonistas pero no los define, que no hay historia, sólo reflexión.
Yo iba buscando algo más contundente sobre aquellos días en Villa Diodati, algo más histórico y me he encontrado páginas y páginas de lirismo y de 'casualidades que no pueden ser casuales', de lunas que refulgen y mucho lirili y poco lerele, para entendernos.
Eso sí, el autor viaja muchísimo y tiene amigos en todas las ciudades importantes del mundo. Eso sí que me ha quedado claro.