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El año que detuvo los abrazos

Publicado el 04 enero 2021 por Luiscastellanos @lrcastellanos

Por Manuel Gómez Sabogal

Definitivamente, todavía añoro los abrazos que se me perdieron durante todo el 2020. Abrazos que no pude dar en momentos y épocas especiales. Porque los abrazos fortalecen el espíritu. Porque los abrazos son importantes. Porque los abrazos deben darse hoy y todos los días. Porque los abrazos no son para un momento de alegría, sino para todos los momentos difíciles. Porque ayudan a los demás. Porque se sienten y animan. Porque cuando abrazas te abrazan.

Por todo eso y mucho más, me hicieron falta los abrazos. Y todavía. Porque no sé cuándo se pueda volver a esa costumbre maravillosa de dar y recibir abrazos llenos de amistad y mucho cariño.

Además, no pude despedir a muchos amigos, ni abrazar a las familias en esos difíciles y duros momentos. Yo, que lo viví, también quise esos abrazos que confortan. Sé lo que se vive en ese difícil trance. No es fácil, pero los abrazos ayudan demasiado.

Los abrazos son especiales para aquellas personas que fácilmente se deprimen. Cuando alguien está llorando, es mejor no preguntarle qué le pasa, sino abrazarla. Esa persona se siente fuerte, se vuelve optimista y hasta puede decir: "Gracias, ¡lo necesitaba tanto!". Muchas veces requerimos de un abrazo. Sin que nadie nos pregunte, lo sentimos y recibimos fuerza, cariño, amor.

Abrazar es una gran manifestación de afecto y siempre busco que ese afecto se sienta con un abrazo.

Hacen tanta falta. No es por costumbre, sino por afecto. Aunque en muchas oportunidades, encuentro personas que detestan los abrazos y me comentan que no están acostumbrados o que nunca los abrazaron y no entienden porqué un extraño, aunque sea amigo, los quiere abrazar.

Igual, ocurre con muchos niños. Huyen a un abrazo, porque están acostumbrados a los castigos y a los dolores. No reciben abrazos sino gritos o golpes. Eso es más triste todavía.

Solo espero que ese bicho desaparezca rápido y podamos abrazar a quienes más deseamos sentir.

Los violentos no aprenderán jamás a apreciar un abrazo, porque están enseñados a matar, violar, infringir normas. Y no les importa el ser humano, así no conozcan a la persona que asesinan, les interesa solamente acabar con la vida de otro ser.

Por eso, mi petición sincera, sencilla es que haya abrazos por doquier. Que no se niegue un abrazo. Porque los abrazos son como vitaminas que producen energía y llenan el alma de amistad.

La familia, hijos, nietos, amigos necesitan esos abrazos. No los neguemos. Ahora en el encierro, hagámoslo. Para todos, un gran abrazo.


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