Revista Infancia

El apego seguro está mal visto.

Por Anaperezllinares
Leyendo el libro Amar sin miedo a malcriar, me he parado a reflexionar acerca de los diferentes tipos de apego que existen y como, curiosamente, por norma general se suele entender como negativo lo que no lo es. 
Para explicarme, resumo muy brevemente los diferentes tipos de apego y sus características:
- Apego seguro: los bebés con apego seguro muestran ansiedad durante la separación. Interrumpen su actividad, buscan a la madre  y no admiten consuelo del observador. En el reencuentro, buscan proximidad corporal con la madre o figura de apego y se dejan consolar con facilidad, retomando enseguida su actividad.
- Apego inseguro-evitativo: no muestran ninguna reacción emocional externa ni de seguimiento ante la partida de la madre (o figura de apego). Continuan con su juego o actividad bajo la mirada del observador, sin mostrar signos de ansiedad  y, cuando retorna la madre, no buscan proximidad corporal.
- Apego inseguro-ambivalente: muestran angustia y ansiedad intensa durante la separación, paralizando su actividad o juego , sin dejarse consolar por el extraño. Al regreso de la madre reaccionan con agresividad alternando con necesidad y resistencia a la proximidad efectiva.
- Apego desorganizado: estos bebés no muestran una estrategia coherente ante la separación. El cuidador principal es fuente de temor y de necesidad de seguridad.
A excepción del apego seguro, todos los demás tipos de apego surgen de un problema de la madre o cuidador principal a la hora de establecer el vínculo con el bebé (no entro a explicar cada caso al detalle para no extenderme demasiado, pero para quien esté interesado, en el libro lo explican estupendamente).
Si releeis con detenimiento en que consiste el apego seguro, os dareis cuenta de que coincide perfectamente con la conducta de muchos bebés o niños que se consideran "malcriados o malacostumbrados". 
Curiosamente, para la mayoría, el que un niño llore desesperadamente cuando se queda en la guardería o cuando su madre lo deja en cualquier lugar es un indicativo de que algo va mal, puesto que debería acostumbrarse y aceptar la separación de la madre (sobretodo a partir de determinadas edades). En cambio, el bebé que se queda sin llorar y espera pacientemente, sin dar muestras de enfado o ansiedad, hasta que su madre regresa, es considerado un niño o un bebé bueno y muy bien educado por sus padres.
Leyendo las definiciones anteriores...no os resulta curioso? una vez más parece que vivieramos en el mundo al revés, premiando y teniendo bien considerados a los padres que generan inseguridad o ansiedad a sus hijos y culpabilizando a aquellos que les ofrecen la seguridad y tranquilidad que necesitan. 
Por otro lado,  y como consecuencia directa de esto, se trata de corregir y evitar una conducta en nuestos hijos que es totalmente natural y sana, que muestra que hemos establecido con ellos una relación saludable. Tratamos de que no muestren su ansiedad ante nuestra ausencia y que acepten de buen grado quedarse con otras personas...como si eso fuera lo normal.
Esto, como tantas otras cosas, me indica que es muy peligroso dejarse arrastrar por corrientes, sin pararnos a analizar el porqué de las cosas y viendo siempre a nuestros hijos desde nuestra mirada adulta en lugar de verlos desde su altura y tratando de ponernos en su lugar. Porque si nos ponemos en su lugar, muchas de las cosas que hoy por hoy consideramos correctas, nos parecerían verdaderas aberraciones. 
Sería bueno que, para entender a nuestros hijos y sus conductas, tratásemos de resucitar al niño que un día fuimos y de recordar como nos sentíamos ante determinadas situaciones. Es un ejercicio que puede resultarnos muy esclarecedor y que considero muy muy necesario, tanto para comprendernos y reconciliarnos con nosotros mismos, como para comprender y empatizar con nuestros hijos.

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