Sssshhhhhh... y de repente al bullicio le sucedió el más puro silencio. Ya nadie escribía nada, ya nadie miraba a nadie. Y a la vez una veintena de periodistas fijamos la vista en el monitor de la sala para escuchar estas ocho palabras: "Llamo a declarar al señor Miguel Carcaño Delgado".
Y en ese momento seguro que muchos pensaron como yo en cuántas veces habíamos entrado en la casa de Marta y cuántas horas nos habíamos quedado fuera de los juzgados haciendo guardia... Seguro que a muchos como a mí se le pasaron por la cabeza las semanas de búsqueda en el río, los días rastreando el vertedero y cavando la zanja de Camas.
Seguro que muchos periodistas no pudieron evitar pensar en las largas charlas con el abuelo de Marta, los primeros días de Eva abatida en su casa o de Antonio pidiendo ayuda a las cámaras... Seguro que recordaron ese portal de la calle Argantonio lleno de flores y firmas, los carteles recorriendo la ciudad con la foto de Marta, la gente echada a la calle, los homenajes, los gritos, las lágrimas que han llenado páginas y páginas.
Y en ese momento, casi tres años después, cuando se hizo el silencio más puro, cuando nadie escribía nada, cuando nadie miraba a nadie en aquella sala... de repente sonó un aplauso de periodistas al escuchar estas ocho palabras: "Llamo a declarar al señor Miguel Carcaño Delgado".