Hoy comparto un necesario e imprescindible homenaje a los sanitarios que nos cuidan, nos acompañan, nos salvan: EL APLAUSO DE LAS 20h publicado por María José García Romo, presidente del Colegio Oficial de Enfermería de Salamanca. Lo comparto porque es mi madre y la quiero y la admiro como profesional pero por encima de todo como persona.
El aplauso de las ocho es un momento mágico. Empieza como un ligero murmullo que se convierte en grito, canción, fiesta, emoción en cuanto abres la ventana. Y te sumas porque sabes que, aunque no cambia nada, a la vez lo cambia todo. Unos minutos en los que se nos encoge el alma y la piel se nos pone de gallina, nos aúna y aleja el sentimiento de soledad y aislamiento. Nos hace parte de algo más grande e imaginamos al tercio de planeta también confinado, aplaudiendo. Es una forma de contribuir -con algo tan sencillo como lo que tenemos entre las manos- a que se oiga un mensaje de ánimo y de esperanza.
Cada uno le pone a ese aplauso un nombre y apellido desde su casa. Pero el primero fue unánime, grandioso y tremendamente emocionante. No hubo duda. Ese sábado 14 de marzo a las ocho reconocimos todos el papel fundamental de los sanitarios en esta crisis mundial. Y cada uno, a pequeña escala, se acordó de alguien del colectivo que pertenece a su familia, a su grupo de amigos, y le reconoció el titánico esfuerzo que ese día no había hecho más que empezar.
Como presidenta del Colegio Oficial de Enfermería quiero recordar, ahora más que nunca, que detrás de cada una de las enfermeras/os, que seguimos desempeñando nuestro trabajo en condiciones a veces poco adecuadas, con falta de material indispensable como mascarillas, o equipos EPIs -lo que conlleva un riesgo grande para nuestra salud- hay una persona, silenciosa, con una vocación: la de CUIDAR.
CUIDAR que el enfermo reciba el tratamiento adecuado y cuidar también que lo entienda, que se sienta arropado y tranquilo, que pueda notar -aún a través de los guantes- que nuestra mano sigue tendida, que no vamos a dejarle solo. Cuidar que la inquietud, por la falta de medios o de espacios, no se note y se traduzca en la mirada de calma que necesita el paciente. Esos cuidados son los que nos hacen fuertes y nos permiten poner delante nuestra vocación frente al miedo y al desasosiego.
Por eso, desde aquí, quiero pedir de nuevo, recordar a las autoridades sanitarias que el material de “guerra” no puede escasear. Que el enemigo es muy potente y virulento, aunque sea invisible, y que para estar en primera línea de combate necesitamos que la protección esté asegurada, porque los profesionales sanitarios no somos invulnerables y tenemos que estar sanos para seguir cuidando.
Quiero reiterar también una nueva llamada de atención a la población: su autocuidado y el tan necesario “Quédate En Casa” es fundamental para que todos los que cuidamos en estos momentos no decaigamos. Recordad que seguimos atendiendo todos los problemas de salud. Os necesitamos en casa. No permitáis que perdamos la ESPERANZA.
Somos fuertes y nuestra fortaleza y dedicación, casi exclusiva, hará que juntos salgamos adelante, que esta pesadilla del Covid19, se aleje de nuestras vidas y podamos volver a la tan ansiada rutina. El último aplauso llegará cuando hayamos vencido al enemigo invisible y podamos darle después un GRAN ABRAZO A LA VIDA.
María José García Romo