Revista Sociedad

El apocalipsis de las pensiones

Publicado el 07 julio 2015 por Salva Colecha @salcofa

Con el berenjenal que vivimos en Grecia casi se me había olvidado la “aparición estelar” del gobernador nightmare-on-elm-street-freddy-krueger-movie-tin-signdel Banco de España y eso que fue de estas que asustan más que Freddy Krueger en una Unidad del Sueño del hospital de zona, si es que nos queda hospital de zona. El señor Linde, el mismo que ahora que andamos muy canijos se subió el sueldo el nada despreciable porcentaje del 5,8%, se materializó diciendo a boca llena que estamos creciendo a un ritmo cercano al 4%. Eso, en un principio, sería bueno ya que si estamos saliendo de esta deberíamos pensar en “tonterías” como aumentar el salario para que no nos muramos de hambre. Pues no, el buen señor opina que debemos seguir “chupaos como raspas”.

Por si fuese poco va y nos dice que no es que esté en contra del sistema público de pensiones

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pero que vayamos pensando en complementar con un plan de ahorro privado, como si pudiésemos pagar las cuotas. El caso es que dice, en un sorprendente ataque de sinceridad (supongo que ya le estarán medicando al respecto), que el sistema público no puede garantizar el nivel de las pensiones más allá de los próximos cinco años, así es que vamos listos tanto los que todavía tenemos camino por delante para jubilarnos como los que ya se han acabado de jubilar. Espero que no se tomen al pié de la letra las ideas de Lagarde sobre eso de que vivimos demasiado… miedo tengo.

El futuro de los ancianos es un tema que se manipula constantemente porque, la verdad, eso de subir las

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pensiones vísperas de elecciones es un asunto que garantiza un considerable número de votos. Por otra parte, el fondo de garantía de las pensiones (la hucha esa famosa que nos nombran una vez al mes para decir que le han “tirado mano”) ha sido utilizada por todos los gobiernos para tapar el descontrol del gasto público en agujeros, dispendios y sablazos varios en lugar de para eso, ahorrar para los pensionistas. Es algo tan responsable como el que se gasta en cubatas y pipas el dinero ahorrado para la universidad del niño.

Esta combinación de mala gestión y demagogia barata ha dejado al sistema público de pensiones tieso como

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una mojama y al borde de la extinción mientras los partidos políticos siguen silbando mirando hacia otra parte y sin reunirse para intentar recomponer el sistema (como tenían que haber hecho hace dos años). No lo harán porque el tema no es popular y a ver quién le pone el cascabel al gato porque eso bien te puede costar una elecciones, que es al final lo que les importa. Además si tenemos en cuenta que el gasto público encaminado a mantener a las castas privilegiadas y los amigotes se ha sostenido sobre la hucha de las pensiones pues entonces razón de más para quedarse calladito.

El caso es que parece ser que las pensiones no van a poder sostenerse el día de mañana y tenemos que ir

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pagándonos un plan de pensiones para complementar la ruina que cobraremos del estado. La propuesta es como para tirarse al monte pero podría ser aceptable de no darse la circunstancia de que pagamos unos impuestos elevadísimos, cobramos una miseria, está todo carísimo y nuestras economías son insuficientes como para tomar en serio la posibilidad simplemente porque no podemos costearlo. Además, seguro que a todos nos ha pasado por la cabeza aquello de “juradme que la aseguradora no acabará en la Sareb o engendro por el estilo, arruinada y con preferentistas llamando a la puerta”. La posibilidad es remota pero de torres más altas han caído, ¿verdad?

Una vez más queda de manifiesto el latrocinio que estamos sufriendo. Los partidos y sindicatos siguen colocando gente, los millones de euros que nos arrancan a base de impuestos injustos y desproporcionados se suman para tapar los agujeros cada vez mayores mientras crece la diferencia entre ricos y pobres en este país. Para todos esos festines habrá dinero pero no para los que consigan llegar a jubilarse en el futuro ni para los ya pensionistas. Lo que sí queda claro es que la protección social no es precisamente una de las bases de la sociedad actual que padecemos y si una sociedad no vela por los intereses de sus ancianos y desprotegidos está condenada a su desaparición porque todos, en algún momento vamos a necesitar de ese sistema. El tiempo es algo que no se puede detener y todos envejeceremos (ojalá, sería buena señal) algún día, no lo olvidemos.


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