Revista Historia

El árbol del cielo que sobrevivió al infierno

Por Ireneu @ireneuc

El árbol del cielo que sobrevivió al infierno

El árbol del cielo que sobrevivió al infierno

Hiroshima tras la bomba

Imagínese que se encuentra en Barcelona, haciendo cola para ir a ver una película en el cine Comedia, en la esquina de la Gran Via de les Corts Catalanes con el Paseo de Gracia, y en aquel momento cae una bomba atómica de 13 kilotones en el centro de la Plaza de Catalunya, creando una bola de fuego con temperaturas de un millón de grados y vientos de más de 1000 km/h. Como podrá suponer, después de eso, la nada. Pues justamente eso fue lo que sucedió en Hiroshima el 6 de agosto de 1945. La destrucción fue total y absoluta y nada vivo había en kilómetros a la redonda. Pero la vida, si algo tiene, es que es muy cabezona y a tan solo 350 m. de distancia de la zona cero -como de Plaza Catalunya al cine Comedia- un árbol sobrevivió: un ailanto.

El árbol del cielo que sobrevivió al infierno

Rebrotes de ailanto

El ailanto -llamado también Árbol del Cielo o de los Dioses- es un árbol de origen chino que se ha distribuido por el mundo entero por ser muy rústico y ocupar con facilidad los hábitats más duros que existen, tales como escombreras, taludes o entornos urbanos. En un entorno favorable hace unos árboles muy bonitos de hasta 28 metros de altura, con un polen oloroso que puede molestar por su potencia, pero lo más seguro es que los conozca como pequeños bosquetes con rebrotes por todos lados que llegan a afectar las infraestructuras. Para más inri, este árbol tiene la particularidad de que emite una sustancia química que elimina otras plantas que puedan crecer a su sombra, por lo que se le considera muy invasiva y, en según qué situaciones, un auténtico problema. Pero volvamos a Hiroshima.

El árbol del cielo que sobrevivió al infierno

El superviviente, en el centro

Nuestro protagonista estaba ubicado en un patio de la llamada Escuela Nacional Honkawa, una escuela que estaba impartiendo clases en el momento de la explosión y de la cual no se salvo nadie. La escuela quedó totalmente destruida excepto unos cuantos lienzos de pared de hormigón armado, ya que la explosión, para que fuera más devastadora -¡qué simpáticos los yanquis!- decidieron que se efectuara a unos 500 metros de altura. Sin embargo, está visto que no fue suficiente para acabar con la vida del durísimo ailanto, el cual acabó por rebrotar a los pocos meses.
Al cabo de un par de años la escuela volvió a abrir, esta vez convertida en escuela elemental donde estudian en la actualidad niños y niñas de primaria. El ailanto en cuestión siguió su crecimiento añadiéndose al año siguiente un brote que creció desde el suelo, manteniéndose ambos en soledad -pero con el respeto y devoción que tienen los japoneses a los "hibakusha" (supervivientes)- en los 50 m2 de espacio del patio de la escuela hasta 1992.

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Los promotores del Bosque de la Paz

En 1992, el director de la escuela decidió construir lo que se dio a llamar "Bosque de la Paz" donde, además de los dos ejemplares supervivientes, se plantarían esquejes, rebrotes y plantas provenientes de otros árboles supervivientes del ataque nuclear a Hiroshima. En la actualidad, en el espacio habilitado, se han sembrado otros ailantos, alcanforeros y robles japoneses descendientes de aquellos "hibakusha", que pretenden conformar un espacio didáctico dedicado a que los niños japoneses reflexionen sobre la belleza de la Paz.
La vida, aunque parezca lo contrario, se abre paso ante cualquier inclemencia aún cuando tenga delante la peor estupidez humana. Estupidez  humana que, todo sea el decirlo, no será la que provoque el fin de la vida en el planeta, sino, simple y llanamente, su propia aniquilación.
Vale la pena reflexionar al respecto.

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Una bomba nuclear no pudo con él


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