Revista Historia

El Árbol del Teneré, 400 kilómetros de soledad

Por Ireneu @ireneuc

El Árbol del Teneré, 400 kilómetros de soledad

El Árbol del Teneré, 400 kilómetros de soledad

El árbol del Teneré (1939)

¿Usted se imagina un árbol que merezca ser remarcado en un mapa de escala 1:4.000.000? Pues aunque le pueda parecer sorprendente, ese árbol existía. Y digo bien, existía, porque una vez más, la tontería humana pudo con un árbol que ni los vientos más potentes pudieron con él. Estoy hablando del Árbol del Teneré.
Este árbol, una acacia raddiana, era un auténtico tótem para las tribus nómadas del desierto que recorrían el sur del desierto del Sahara en sus caravanas por ser el único árbol que existía a 400 kms a la redonda. 
El árbol del Teneré era el último superviviente de un pequeño bosque de acacias que se desarrolló a finales de la última glaciación en esta zona, cuando el desierto del Sahara no era tan seco. El clima, fue cambiando lentamente, y la zona pasó a ser una de las más secas de la Tierra, recibiendo escasamente 2.5 litros de lluvia al año, y reduciendo el tamaño y la extensión de la cobertura vegetal del desierto del Teneré.

El Árbol del Teneré, 400 kilómetros de soledad

En 1967

Nuestro protagonista aguantó mal que bien, gracias a que los beduinos lo consideraban un tabú y un auténtico faro viviente. No fue hasta 1939 que el ejercito francés, con la intención de dar una utilidad al sitio, excavó un par de pozos y descubrió que la acacia hundía sus raíces más de 35 metros en la tierra para chupar el agua salobre de la capa freática que allí se encontraba. Durante las obras, uno de los camiones le dio un golpe que partió uno de los troncos que sobrevivían. Aún así, el árbol aguantó.

El Árbol del Teneré, 400 kilómetros de soledad

Monumento en Niamey

No fue hasta 1973, en que al haberse sustituido las caravanas de camellos por camiones, y al estar cerca de una carretera, un conductor ebrio impactó su camión sobre el pobre árbol al salirse de la vía, acabando con los más de 300 años que tenía.
Sus restos fueron llevados a Niamey (capital del Níger) donde hicieron un monumento con él. En el sitio original se hizo un "árbol" de metal para conmemorar el sitio donde estaba un auténtico milagro de la naturaleza.

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Un burdo recuerdo

Es curioso, pero vale la pena destacar, que nada de lo que ha hecho el hombre en la zona ha sobrevivido. La figura principal ha sido derribada múltiples veces, unos muros construidos para defenderla han sido arrasados por los vientos e incluso otra estructura metálica en conmemoración ha sido continuamente destruida. El metal y la piedra humanas no han podido sobrevivir donde florecía una débil acacia, mostrándonos que la naturaleza tiene mucha más fuerza que toda la estupidez humana.

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Art. Rev. 24/11/10 20:05

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