Revista En Femenino

El arbolito de Navidad

Por Coachingparamamas

El arbolito de Navidad

Otra vez es Navidad.

Hace casi un año salimos de nuestro país de origen . Saben bien que desde que papá y yo tomamos esa decisión la vida nos ha cambiado. Todos hemos cambiado.
De forma precipitada tuvimos que resumir toda nuestra vida en unas pocas maletas, algunas cajas y organizar muchas cosas. Ver quien viajaba primero y quien después.

A pesar de tenerlo todo relativamente planeado, nos tocó hacer algunos cambios en el camino.

Papá y yo no hablamos mucho de estas cosas porque sentimos que si las decimos nos hacemos daño. Muchas veces nuestro silencio mantiene esta conversación que no nos atrevemos a sostener con Ustedes y por eso, hoy les escribo a manera de desahogo.

Queridos hijos:

Sé que la navidad pasada fue uno de los momentos más difíciles que nos tocó pasar. Papá, ya en España y yo repartida en las ventas de las cosas de la oficina y la casa. Sin querer, terminamos durmiendo en el piso, rodeados de algunas bolsas de cosas que terminamos donando y otras tantas que quedaron empacadas, esperando que algún día podamos traerlas a nuestra nueva vida. En esas cajas quedaron esos juguetes que ya has reclamado porque, aunque tengas poca edad, tienes una memoria prodigiosa.

No hubo navidad, no había ánimo para celebrar, nuestros corazones estaban separados. Además, todavía debía despedirme de mis padres, sin saber si aquel abrazo sería el último.

El arbolito de Navidad
Los regalos, lo sé, fueron pocos, no podíamos gastar mucho dinero y en las maletas no podíamos meter nada más.

Lo poco, además, era pequeño, así podríamos llevarlo en el equipaje de mano y también debía ser útil para usarlo en el avión y así entretenerte en aquel viaje tan largo que nos esperaba. Y para ustedes mis niñas grandes, pues una tontería, para no dejar pasar la fecha por debajo de la mesa.

Soy agradecida con la vida y con lo que hemos podido organizar en poco tiempo. Agradezco tener un techo sobre nuestras cabezas y dormir calientes todas las noches. Doy gracias porque a pesar de todo, la comida no nos falta. Doy gracias a la vida porque todos están estudiando y se han adaptado muy bien a la sociedad y la cultura.

Sin embargo, hay momentos en los que se debe pedir perdón. Y hoy, es uno de esos días.

Les pido perdón por todo lo que les hemos privado de tener, por haberlos sacado de su hogar, de ese hogar que habíamos diseñado y construido entre todos.

Donde cada uno tenía su propio espacio, para venir a este piso donde comparten habitación. Donde la cama nido rechina por las noches y donde debemos hacer turno para utilizar el único baño que hay.

Perdón. Palabra difícil, pero tan necesaria

Perdón, por la cantidad de veces que me han pedido algo y la excusa se me atora en la garganta al tener que decirles que ahora no se puede, que más adelante o cuando yo tenga trabajo.

Uds. no son conscientes de cuando nos duele a papá y a mí el tener que decirles que sean pacientes, que todo llegará a su debido momento. Cada demanda que no podemos suplir es una puñalada directa al corazón.
Perdón, porque sé que son adolescentes y quieren estar a la par de sus amigas y ahora no puedo complacerlas. Les pido perdón porque quizás ofrecí que todo sería más rápido y las cosas no han salido como queríamos.
Perdón, por no poder brindarles la compañía de los abuelos que tanto los querían, por haberles separado de sus amigos, por haber truncado sus planes de adolescentes. Perdón si las estamos haciendo madurar más a prisa, créanme, ese tampoco era nuestro plan.

El arbolito de Navidad
Les prometimos que este año sería mejor y vamos a incumplir esa promesa. De nuevo este año la navidad parece que llega primero que nuestra estabilidad. Aun no estamos listos, pero ¿cómo posponerla?.

No puedo con esta tristeza de no poder brindarles una navidad como las de casa, las de siempre, las que viví yo en mi infancia, rodeados de la familia, con una casa bonita y llena de adornos. Con ese arbolito que tanto nos gustaba hacer y que tanto fastidio nos daba quitar.

Este año les propongo recorrer muchas calles, ver muchos adornos... aunque haga frío.

Las calles estarán llenas de luces, y las decoraciones de las vitrinas y los centros comerciales, seguramente serán de película.

Les propongo llenarnos del espíritu de la navidad y llegar tarde y cansados a casa para no darnos cuenta de que somos los únicos del barrio sin arbolito. Cargaremos la escalera para que vean a los reyes pasar y los ayudaremos a recoger muchos caramelos. No les faltará un presente y esa promesa no la vamos a romper. Quizás no sea lo que más quieran recibir, pero sin dudarlo un regalo van a tener.

A mis padres

El arbolito de Navidad

Le pido perdón a mis viejitos, a mis padres queridos, por haberlos dejado solos, porque sé lo importante que para ustedes es la navidad, se lo habíamos prometido al abuelo, porque era lo único que él quería cuando vivía, ver que siempre estuviéramos juntos en esta época.

Recuerdo a papá limpiando mariscos y haciendo arepitas (lo mejor de dos mundos) para que estuvieran a punto a la hora del picoteo, del conejo salmorejo con papas arrugadas y las torrijas que preparaba mi tía especialmente para mi hermano. Para mi me preparaba otra cosa.

La torta negra (más morena que negra porque es más dulce) especial de mi papá y mi mamá. El belén inmenso que hacíamos los primos con mi viejo y que tardábamos toda una noche en armar. Los más jóvenes íbamos uno a uno tirando la toalla y el que se quedaba hasta el final era solo él; mi papá. El sabia que todos los vecinos vendrían a ver su nacimiento y tendría que ser aún mejor que el del año anterior ....eso este año no podrá ser.
Este año ellos tampoco tendrán arbolito, porque este año no habrá la ilusión de los nietos, ni de los hijos.

Este año en casa, ni en la casa de mi infancia, ni en la casa de muchos emigrantes habrá un arbolito de navidad...


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