Las Sagradas Escrituras están llenas de "tipos" y "antitipos"; en el antiguo testamento el Espíritu Santo dejó plasmadas las claves para entender la plenitud de la revelación a través de lo que hasta entonces solo eran sombras.
Es así que estudiando lo que el Espíritu dejó en forma de "tipos", la Iglesia cristiana, desde tiempos muy antiguos, ha sabido entender que María es el cumplimiento (antitipo) de lo que el arca de la alianza era un tipo. María fue llamada a contener el cumplimiento de aquellos que eran "tipos" de Jesús en la antigua alianza (el maná, la vara del sacerdocio y la palabra dada por Dios por medio de los mandamientos).
Por ello es que si bíblicamente Jesús es el verdadero maná (el pan vivo bajado del cielo), es el verdadero Sumo Sacerdote y es la verdadera Palabra de Dios hecha carne, también María, con toda justicia y en sintonía con las Escrituras es considerada el Arca de la Nueva Alianza.
Y como el arca de la alianza, que era solo una figura de lo que vendría, era sumamente venerada y respetada por el pueblo de Israel, considerada absolutamente pura y santa, así también los católicos, con aun mayor razón, puesto que estamos ante la realidad y no solo ante la sombra, veneramos a María como la purísima y toda santa arca que contuvo dentro de sí a la Plenitud de la Verdad que es el Señor.
Alfredo Rodríguez
Arca de la Alianza Virgen María
El Arca de la Alianza contenía tres “tipos” de Jesús: el maná, la vara de Aarón y los diez mandamientos (Heb. 9, 4). En hebreo, mandamiento (dabar) puede ser traducido como palabra. María llevó el cumplimiento de todos estos tipos en su cuerpo. Jesús es el verdadero maná del cielo (San Juan 6, 32), el verdadero ‘Sumo Sacerdote’ (Heb. 3, 1), y la verdadera palabra hecha carne (San Juan 1, 14).
Éxodo 40, 34: “La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahvé llenó la Morada”. La palabra griega para “cubrió” encontrada en la Septuaginta, “epeskíasen”, es una forma de “episkiasei”. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios”. (San Lucas 1, 35). La palabra griega para “cubrirá” es “episkiasei”.
David saltó y bailó delante del arca cuando fue llevada a Jerusalén en procesión en 2 Samuel 6, 14-16. Tan pronto como Isabel escuchó el sonido del saludo de María, Juan el Bautista saltó de gozo en su vientre. (San Lucas 1, 44)
Después de una manifestación del poder de Dios trabajando a través del arca, David exclamó: “¿Cómo ha de venir a mí el arca del Señor?” 2 Samuel 6, 9. Después de la revelación a Isabel acerca de la verdadera vocación de María, y que llevaba a Dios en su vientre, Isabel exclamó: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (San Lucas 1, 43)
El arca permaneció tres meses en la casa de Obededón (2 Samuel 6,11). María permaneció unos tres meses en la casa de Isabel (Lucas 1,56).