Revista Cine
Estamos destinados a navegar por siempre...
...a vivir por siempre.
Intentar describir la trama de El arca rusa resulta una tarea prácticamente imposible. Conformémonos con señalar que la película representa una reflexión sobre el pasado por medio de escenas vividas en el Hermitage -hoy museo, ayer residencia de los zares-, a través de la mirada de un europeo (el Marqués de Custine) y su diálogo con la voz de un espíritu. Casi como si se tratara de un sueño, aflora la historia de San Petersburgo, aquella quimera de un solo hombre, la ciudad europea construida sobre un pantano de Rusia, la misma que luego, se negaría a rendir su gente (y su arte) a las tropas nazis...
Filmada en un solo plano secuencia, El arca rusa resulta imponente en el plano visual, con más de mil actores en escena y tres orquestas en vivo, insertas dentro de la enorme belleza del edificio. Realizada íntegramente en el museo el filme de Sokurov se asemeja en cierto modo a una pintura, cuyas imágenes se mueven, sin embargo, al compás de la música y los vaivenes del tiempo.
Finalmente, una aclaración: la mirada sumamente negativa del pasado soviético y el hecho de ser, estéticamente, una rebelión contra dicha escuela de cine hicieron que El arca rusa fuese, con la misma irracionalidad, elevada a un altar o despreciada. Invitamos al/la lector/a a verla como se merece y sacar sus propias conclusiones...
Excelente
Título original: Russky kovcheg
Director: Aleksandr Sokurov
Fotografía y cámara: Tilman Büttner
Guión: Boris Khaimsky, Anatoli Nikiforov, Svetlana Proskurina y Aleksandr Sokurov
Elenco: Sergei Dontsov, Aleksandr Sokurov (voz)
Año: 2002