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“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe Claudel

Publicado el 06 febrero 2020 por Marianleemaslibros
“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe Claudel
“Lo notan ya? -¿El qué? -preguntó el Alcalde.
-A él -dijo el Cura señalando al muerto-. Su nuevo inquilino.
Está aquí -añadió, dándose unos golpecitos en el cráneo con el índice-. En las cabezas de todos. Acaba de instalarse. Y ya no se moverá de ahí.
Ahora le darán alojamiento de forma permanente, hasta el final de sus días. Día y noche. No hará mucho ruido, pero nunca podrán echarlo. Tendrán que acostumbrarse. Así que ánimo.”“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe Claudel
El archipiélago del Perro no es un lugar paradisíaco. Se trata de un enclave aislado del mundo, no muy lejos de la costa africana, en el Mediterráneo menos turístico, donde los habitantes tienen que enterrar a sus muertos de pie por falta de espacio. Una tierra dura, salpicada de lava y sacudida por el aliento del Brau, el volcán. La pesca y la agricultura son la forma de subsistencia de sus gentes, que sueñan con hacerse ricas con la llegada inminente de un proyecto de inversión internacional. Un día, en una pequeña isla volcánica del archipiélago, el mar arroja a la orilla los cadáveres de tres hombres negros, un hecho que pone al descubierto las miserias de los pobladores de la isla, que se debaten entre dar una sepultura digna a los cuerpos de los africanos y ocultarlos para evitar el escándalo. De pronto, esta pacífica comunidad de pescadores se transformará en un grupo de desalmados dispuestos a apuñalarse por la espalda, y su aislamiento y su desconfianza crónicos, exacerbados tras el descubrimiento de los cadáveres, los llevarán a las puertas de la extinción.
“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe Claudel“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe Claudel“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe ClaudelPhilippe Claudel (2 de febrero de 1962) es un escritor francés que además ha sido docente, guionista de cine y televisión y director de cine. Durante su época de maestro dio clases en liceos y en la Universidad de Nancy II, donde fue profesor de Antropología Cultural y Literatura. En su tiempo libre también impartió clases a niños discapacitados y a presos.
Sus novelas y libros de relatos han sido galardonados en varias ocasiones: la novela "J'abandonne" recibió el premio Francia Televisión 2000, el libro de relatos "Petites mécaniques" obtuvo el premio Goncourt de Novela 2003; "Almas grises", su quinta novela, fue galardonada con el prestigioso premio Renaudot, también en 2003, y "El informe de Brodeck" fue premio Goncourt de los Estudiantes 2007.
En 2008 fue director y guionista de la película "Hace mucho que te quiero" que consiguió, entre otros premios, el César a la mejor ópera prima. Su segundo filme, de 2011, lleva por título "Silencio de amor" y posteriormente también dirigiría "Antes del frío invierno" en el 2013 y "Une enfance" en el 2015.
¿De qué va la novela?
Un narrador omnisciente nos cuenta una historia, una historia acaecida en una pequeña isla del Mediterráneo entre África y Europa, el Archipiélago del perro, que empieza así . . .
La historia que sigue es tan real como podáis serlo vosotros. Sucedió aquí como podría haber sucedido en cualquier otro sitio. Sería demasiado fácil pensar que ocurrió lejos. Los nombres de los individuos que la pueblan no tienen la menor importancia. Podrían cambiarse. Podrían sustituirse por los vuestros. Sois tan parecidos, surgidos todos del mismo molde inalterable... Estoy seguro de que tarde o temprano os haréis una pregunta lógica: ¿Fue testigo de lo que nos cuenta? Os respondo: Sí, lo fui. Como vosotros, que sin embargo no quisisteis verlo. Vosotros nunca queréis ver. Yo soy quien os lo recuerda. Soy el que molesta. El que no se pierde detalle. Lo veo todo. Lo sé todo. Pero no soy nada, y eso es lo que pienso seguir siendo.

La isla como su nombre indica, tiene forma de perro y un volcán, el Brau, atento testigo y juez que de vez en cuando ruge para recordarles que tiene vida propia y que lo presencia todo. Una isla pequeña, que el autor se empeña en mostrarnos despersonalizada, porque a ninguno de sus habitantes les pone nombres, porque los nombres no importan. Sus protagonistas para el lector solo son la Vieja, el Maestro, el Alcalde, el Cura, América, y el Emperador, son los seis que tienen la mala pata de encontrarse una mañana de septiembre con tres cadáveres en la playa, tres jóvenes negros que el mar ha escupido en la orilla.
A veces, el mar acepta que los seres humanos se deslicen por su lomo, pero otras se irrita y devora a unos cuantos de ellos.

E irremediablemente el dilema surge . . . ¿Qué hacer con ellos teniendo en cuenta que si dan aviso a las autoridades, ese proyecto turístico que ya está casi a punto de forjarse, se podría ir a pique? ¿Cómo van a dejar pasar una oportunidad tan importante y por tanto tiempo esperada para la isla y su pequeña comunidad?
Si avisara a la policía y a un juez, ¿qué pasaría? Veríamos desembarcar aquí a un montón de periodistas, con sus micrófonos y sus cámaras. De la noche a la mañana, nuestra isla se convertiría en la isla de los ahogados. Si la prensa se lanza sobre la noticia y hace un retrato poco favorecedor de este lugar, ¿cómo cerraremos el proyecto de las Termas con el Consorcio? ¿Creen ustedes que esos señores seguirían estando dispuestos a invertir millones para construir aquí su complejo?

Un debate con casi unanimidad, casi. . . porque el Maestro parece ser la única voz discordante, el único que no quiere deshacerse de los cuerpos para evitar el escándalo. Pero claro, son cinco contra uno.
Por desgracia, nada devolverá a la vida a esos tres desdichados. Hacer público lo ocurrido podría tener consecuencias desastrosas y no los resucitará. Si hubieran llevado encima documentos que los identificaran el problema habría sido distinto y la decisión más difícil de tomar. La documentación los habría relacionado con el mundo, con un país, con una administración, una historia, una familia. Pero no llevaban nada. Nada que permitiera saber su nombre, su edad, el país del que huyeron. Nada que dijera de quién eran hijos, hermanos, maridos, padres.

A partir de ahí ya todo es un cúmulo de desgracias, de despropósitos, de malas decisiones y peores ocurrencias, de quererse quitar el muerto de encima (los muertos en este caso), tapar el asunto. Para ello, nada mejor que sacarse de la manga la ley del “todo vale” para intentar desviar la atención hacia otro lado, hacia una cabeza de turco que pagará el pato como suele decirse, echarle los perros a otro, porque desde la llegada inesperada a la Isla de un policía, el Comisario, todos andan con la mosca detrás de la oreja ¿Qué ha podido traerle hasta allí? ¿Qué sabe o qué quiere averiguar?
La idea que empezó a germinar en su mente sería considerada inmoral e indigna por la inmensa mayoría. Si la ponía en práctica y Dios existía, no cabía duda de que se pasaría la eternidad paleando carbones ardientes en el Más Allá, muriéndose de sed pero sin morir jamás. Y aun si Dios no existía, estaban los hombres. Cuando supieran lo que había hecho, porque tarde o temprano todo se sabe, tendría que suportar su aversión y su desprecio, por no hablar de su justicia.

Pero ¿quién sabe? dicen que el karma suele “poner a la basura en su lugar”
“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe ClaudelTenía ganas de regresar a Claudel. “La nieta del señor Linh” me gustó mucho en su día cuando la leí hará ya más de diez años (ni siquiera tenía el blog, por cierto diez años voy a hacer ya que lo tengo, ¡como pasa el tiempo!) y aunque no recuerdo con detalle su argumento, sé que me encantó la prosa del autor un poco poética, musical, deliciosa. Si no la habéis leído os la recomiendo, es de esas lecturas que perduran en tu cabeza tiempo y tiempo, una pequeña joyita que nunca se olvida.
Aunque también he de reconocer algo: bastante después intenté leer “Almas grises” (una obra de la que todo el mundo hablaba y habla maravillas) y no pude, la abandoné. Pero bueno, los que me conocéis sabéis que a veces me encuentro nadando a contracorriente, cosas mías . . ., igual no era el momento, seguro que no era el momento.
El caso es que cuando tuve “El archipiélgo del perro” en mis manos, no pude evitar llevármela a casa y sí, Claudel me ha vuelto a conquistar, a encandilar con una historia también magnética, esta vez cargada por desgracia de rabiosa actualidad, de tanta realidad que llega a dar miedo. Porque el argumento nos suena: cadáveres de subsaharianos encontrados a diario en nuestras costas, de todas las edades que huyen de la miseria, del caos, de la guerra. Que ponen su vida en peligro embarcándose en balsas, en botes, en pateras que pueden hundirse en cualquier momento para intentar encontrar una vida mejor, una vida digna.
Si me permitís un pequeño desahogo, os cuento que este es un tema que me indigna, me enciende ver como se hace tan poco, como se mira hacia otro lado y se ignora este tipo de noticias que parecen afectarnos cada vez menos. Me indigna esa falta de humanidad hacia aquellos que han tenido la desgracia de nacer en lugares donde la vida es complicada, hacia aquellos que no son unos privilegiados como nosotros, esa falta de empatía y rechazo incluso en algunos que se las dan de buenos cristianos. Me indigna y me cuesta entenderlo, porque como dijo Claudel en una entrevista que se le hizo en el suplemento El Cultural:
Si no sentimos vergüenza por nada, nos alejamos de nuestra humanidad. Quizá sea eso el principio de la monstruosidad.

¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?He terminado encantada con esta lectura que me ha redescubierto y reencontrado con este autor al que siempre he seguido de cerca y con su prosa directa, elegante, envolvente.
No dejéis de ver también dos pelis dirigidas por él que me perecieron una maravilla: “Hace mucho que te quiero”(2008) y “Silencio de amor”(2011). ¿Las habéis visto?.
Resumiendo: “El archipiélago del perro” es una novelita corta (unas 200 páginas) que se lee rápido, pero que no encierra una historia sencilla, ni liviana, todo lo contrario. Claudel construye una parábola sobre la crisis migratoria, una crítica social a veces angustiante, a veces brutal y aterradora que nos muestra el lado más oscuro, más negro y pestilente del ser humano y nos obliga a recapacitar sobre ese drama que asola nuestros días.
“A veces es necesario atravesar las tinieblas para ver de nuevo la claridad del día que nace”
“Hay palabras que levantan muros que otras palabras nunca conseguirán derribar”

Os la recomiendo, no os la podéis perder. Mi nota esta vez como no podía ser de otra manera, la máxima:


“EL ARCHIPIÉLAGO DEL PERRO” de Philippe Claudel

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