Gran número de militares españoles relacionados con los servicios secretos, y que luego contribuyeron a la Transición, sintieron siempre a Franco como su líder, revela el especialista en servicios secretos Fernando J. Muniesa, en su libro a punto de aparecer “El Archivo Amarillo”.
Entre ellos los generales Gutiérrez Mellado, Sáenz de Santamaría (no relacionado con la dirigente del PP) o Andrés Cassinello, cuyas biografías, junto con las de decenas de otros militares aparecen en ese texto (Multimedia Militar) que desvela los entresijos de los grandes acontecimientos que cambiaron la historia reciente de España.
Aunque se adaptaron a la democracia, algunos influyeron al defenderla de otros franquistas, como hizo Gutiérrez Mellado en el golpe de Tejero, mientras surgía otro golpe paralelo amparado por el que sería director del CESID, Javier Calderón.
Otros generales como Cassinello apoyaron los peores métodos franquistas para deshacerse del terrorismo, como en el caso GAL contra ETA, dirigido por el gobierno de Felipe González.
Pero hubo algunos militares de los servicios secretos, como el coronel Diego Camacho, que no sólo se opusieron a Tejero y a Calderón, sino que, preocupados por el poder incontrolado de su agencia de espionaje, han denunciado su situación legal prodemocrática porque viene directamente del franquismo.
El Defensor del Pueblo presentó un informe con el mismo dictamen en 1995.
El “secreto oficial” que ampara al actual CNI se rige por una norma franquista, la Ley 9/1968, de 5 de abril, levemente retocada por la Ley 48/1978, de 7 de octubre, para que el CESID mantuviera la misma la impunidad operativa de su organismo predecesor, el SECED.
Ley vigente que incluso hace referencia al Consejo Nacional del Movimiento, y que quizás seguirá aplicándose para que Amaiur no consiga información sobre la lucha contra ETA en el Parlamento.
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