Para triunfar en la vida no hace falta llegar el primero. Para triunfar simplemente hay que llegar levantándose cada vez que se cae en el camino. Es muy bonito esto, pero ¿por qué coño tenemos que triunfar? ¿Qué significa esa estúpida palabra que nos ciega la posibilidad de ser felices? Triunfar está relacionado con la lucha y la victoria, o con el propósito de la acumulación de bienes y poderes para realizar lo que a uno le apetezca sin miramientos. Parece que la genética humana (-la extraterrestre no lo sé-) condiciona el comportamiento que unos mostramos con otros. Señalamos con el dedo a los que no pertenecen a nuestro grupo. Porque nos agrupamos para defendernos de las agresiones de otros grupos con pensamientos ajenos a los nuestros. Creamos una parafernalia (según su segunda acepción del diccionario, con el sentido de "pompa", "alarde", y significados afines) alrededor de nuestras intenciones y pretensiones, y nos pavoneamos de quienes no han tenido la suerte de ser un pavo de lindo plumaje. Creamos la necesidad de que muchos quieran y deseen entrar en ese círculo enmascarado de hipocresía y falsa imagen, puesto que un pavo es un pavo. Y nos creamos una ansiedad baladí para conseguir nuestra propia felicidad, pues los hay que son felices siendo pavos. El "arco del triunfo" está lleno de innecesarios muertos que lucharon por ideales fantasmas de los que sólo unos cuantos obtuvieron un beneficio y una renta social a lomos de los sacrificios de los infelices muertos. Triunfar es una palabra pérfida y bífida que muchos perseguimos sin asumir el coste emocional y de desgracia que conlleva. Más valdría dejar que un dios que no conocemos decida nuestro destino.