Y un día como cualquier otro empecé a leer un libro del negro Fontanarrosa... y me encantó. Quise empezar con El área 18 porque es el primer libro que publicó, a pesar de que sea una novela y el negro se haya destacado en los relatos cortos y las historietas, pero quise empezar por el comienzo, por el mismo momento en que nacía un mito de la literatura argentina.
No sabía muy bien adonde me estaba metiendo, lo intuía, pero fue todo un descubrimiento. Al principio pensé que se trataría de un libro denso y poco llevadero. Su primer capítulo no es de los mejores. Me lamenté por no haber empezado a leer a Fontanarrosa por sus libros de cuentos. Pero en el segundo capítulo de El área 18 todo cambió para mí como lector. El libro agarró un ritmo como pocas veces he leído en otros textos y no paró hasta el mismísimo punto final. Me mantuvo atrapado, casi sin respirar ni pestañar, con la mirada fija en mi E-Reader, pasando página tras páginas como un autómata e hipnotizado por la maravillosa prosa que tenía ante mis ojos. Disfrutando y cagándome de risa en cada ocurrencia y pasaje de la novela.
El manejo del absurdo, mezclado con la intriga es fenomenal. Me encontré varias veces leyendo algún capítulo con todos mis músculos tensos por la situación que se estaba dando en la historia y de un momento a otro largar una profunda y sonora carcajada que despertaba a los vecinos de al lado, que venían corriendo a tocar mi puerta preguntando si todo estaba bien. Es que la historia es así. Ocurrente, descabellada por momentos, divertida, sorprendente.
La trama gira en torno a un partido de fútbol que se está por disputar entre un combinado de jugadores de diferentes partes del mundo que representan a una poderosa empresa de Estados Unidos, y el equipo nacional de Congodia, un pequeño país de África que nunca antes en su rica historia futbolística perdió un partido, ni siquiera empató. Todas victorias en sus estadísticas.
El fútbol en
Congodia es más que un entretenimiento deportivo, es una pasión inigualable, es orgullo nacional, es patria, es historia. Gracias al fútbol consiguió la independencia de los árabes en el pasado en una apuesta por un partido de fútbol. Y no sólo la independencia logró Congodia a través de un partido de fútbol de sus próceres con botines, sino que en otro recordado encuentro contra el equipo nacional de Kenia, obtuvo con otra importante victoria, una salida al mar que no poseía.Así se ha ido desarrollando este país. A través de su equipo nacional de fútbol, sus héroes patrióticos, y de las apuestas, fueron consiguiendo toda su riqueza. Pero ahora debe enfrentarse a un combinado extranjero esponsoreado por una empresa norteamericana para poder seguir ampliando su dominio en el continente negro. No será un partido fácil ya que se enfrentará con el equipo los Mapaches Aulladores del Spartan Soccer de Dyersville, capitaneado por Best Hamas Seller, un ex futbolista, militar y expía sirio, y dirigidos por el maníaco alemán, Muller, un director técnico ultra exigente que los hace entrenar en las más disparatadas condiciones. Desde practicar tiros al arquero con cocos para fortalecer los disparos y la potencia en las piernas, hasta hacerlos correr cuatro horas sin parar por pantanos infectados de víboras y cocodrilos para ganar en agilidad y velocidad.
El encuentro se disputará en el mítico estadio de Bombasi, en el centro mismo de Congodia, ante una multitud enardecida de 120.000 almas que lo único que esperaran será otra victoria para su patria.
La pelota ya está rodando y el orgullo de ambos equipos, y de un país entero, están en juego... el destino se decidirá en 90 minutos.
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