Revista Cultura y Ocio
1. Cualquier mundo es lo opuesto a la nada, que es la ausencia de todo mundo.
2.1. Si la nada es imposible, lo es por su propia noción o por la necesidad del mundo.
2.1.1. La nada no es imposible por su propia noción, ya que ésta no es contradictoria.
2.1.2. Si la nada fuera posible por su propia noción e imposible por la necesidad del mundo, sería posible e imposible, lo que es absurdo.
2.1.3. Luego la nada es posible.
3. Lo opuesto de algo posible no puede ser necesario, por lo que debe ser posible.
4. Cualquier mundo es lo opuesto de la nada, que es posible. Luego cualquier mundo no es necesario y es posible.
5. Si cualquier mundo no es necesario y es posible, es necesario que cualquier mundo sea posible y que, si llega a ser, pase de la potencia al acto.
6. Todo lo que está en potencia, si llega al acto, llega por otro, pues si lo alcanzara por sí no pasaría de la potencia al acto, dado que nunca abandonaría el acto.
7. Si cualquier mundo es en potencia y llega al acto, llega por otro, que no es cualquier mundo.
8. Si cualquier mundo es posible y no se da la causa del mundo, ningún mundo podrá llegar al acto, por lo que cualquier mundo será posible e imposible, lo que es absurdo.
9. Luego, si cualquier mundo es posible, como es el caso, existe la causa de cualquier mundo y ésta no es cualquier mundo.
10. Por Dios entendemos la causa de cualquier mundo distinta de cualquier mundo.
11. Luego Dios existe.
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Glosa de 2.1.3 y de su consecuencia:
El concepto de nada como ausencia de todo mundo no es contradictorio. No decimos que la nada pueda existir en un sentido positivo, sino sólo que la nada puede existir negativamente si ningún mundo existe.
Asimismo, la nada es inexistente por su propia noción (que excluye el existir) y tanto más dada la existencia del mundo (que excluye la nada como ausencia de todo mundo), pero no será imposible salvo que el mundo sea necesario. Mas entonces la nada será contradictoria y nunca podrá ser, ni siquiera en un sentido negativo. Ahora bien, no hay nada contradictorio a priori en que el mundo sea inexistente. Si hubiera alguna contradicción en ello, debería poder ser descubierta por la razón. Así, que la verdad no sea es contradictorio, ya que la verdad sería y no sería. Sin embargo, no vale argumentar de un modo semejante en el caso del mundo, pues si el mundo no es no se sigue que el mundo es, sino simplemente que no es.
Entendemos qué es una no-existencia, del mismo modo que entendemos qué es un no-hombre. No se pretenderá que lo primero es más difícil de concebir porque, en lugar de afectar a un solo elemento, afecta al conjunto de todos cuantos pueden ser en el espacio y en el tiempo. La nada sólo sería ininteligible si negara y afirmara lo mismo al mismo tiempo. Pero, en tanto que sólo niega, no vulnera el principio de no contradicción.
Es cierto que no podemos imaginar la nada, pues es la ausencia de toda realidad y de todo cuerpo o figura, es decir, de toda imagen. Pero podemos concebirla: es tan sencillo como poner una partícula negativa delante de la proposición existe cualquier mundo. Se ha dicho ya que todo lo concebible racionalmente, esto es, lo no contradictorio, es posible por definición. Ahora bien, si algo es posible, es imposible que su opuesto sea necesario. Y lo opuesto a la nada es el mundo, cualquier mundo. Luego el mundo, cualquier mundo, no es necesario; luego es contingente.
Ítem, es posible que yo este vivo y es posible que yo no esté vivo, pero no puede ser necesario que yo esté vivo y no esté vivo. Ambos estados se dan en el mundo. Por tanto, el mundo no puede ser necesario, pues siéndolo lo serían también todos sus estados, ya que la cualidad de necesario no admite gradación, temporalidad ni discriminación de partes.
Ítem, el mundo no puede ser necesario, al tratarse de un ente sumamente complejo. La complejidad de algo es directamente proporcional a su contingencia. Tanto menos simple eres, tanto más dependes de lo que te constituye.
No puede resolverse este problema atribuyendo la propiedad de ser necesarios a todos los constituyentes del mundo. Es así que lo necesario es aquello cuyo opuesto es imposible. Ahora bien, el mundo no es más que un juego de opuestos (lo frío y lo caliente, lo interior y lo exterior, lo vivo y lo inerte), por lo que si uno de ellos es necesario, el que se le opone deviene imposible y, con él, el propio mundo.