Revista Educación

El armario de Pablo Alborán

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El armario de Pablo Alborán

El armario de la homosexualidad se ha vuelto a abrir un 17 de junio de 2020. Y con letras arco iris hemos tallado en sus puertas el nombre de Pablo Alborán.

Ya es casi costumbre que diez días antes del Día del Orgullo LGTBI alguna salida ejemplar ilustre las previas de la celebración. Aun así, España enloqueció por momentos con el outing del perfecto yerno y novio de la España heterosexualmente correcta, niño bien de familia acomodada convertido en talentoso y precoz cantautor de éxito. En pocos minutos es carne de debates vía wasap, pone patas arriba el coñazo político en que se ha convertido Twitter y genera mil reacciones de todo tipo en Facebook. Hablemos, pues, de otras coronas sin virus de por medio.

¿Acaso tu problema es que ya no vendes como antes y tienes que montar el numerito con tu nuevo disco? ¿Es cierto eso de que tu pareja es un escritor también falto de publicidad? ¿Será que verdaderamente te pillaron con las manos en la masa y te están extorsionando?

Claro que se tiene que montar una buena carajera, con la de fans que tiene el amigo Pablo, pero es curiosa la paleta querencia de esta sociedad que sigue convirtiendo en noticia la tendencia sexual de un señor. Aquí parece que todo el mundo sabía lo que había con el chico, pero es sí, lo que tenemos es un general llamamiento a la valentía y la épica, al ejemplo y al aplauso.

Yo, amigo, creo que no te considero un valiente ni un ejemplo. Sencillamente valoro que te sumes a los millones de personas que hace mucho que han optado por vivir su sexualidad con la ejemplar normalidad que proporciona la libertad.

Lo contrario sería volver a los años noventa del siglo pasado en los que casi naciste, aquella época en que lo raro era contarlo, y en la que se sacó por la fuerza a mucha gente de los roperos de una España más que apolillada, cuando Mónica Naranjo, Alaska, Boris Izaguirre y cuatro más eran los únicos que hablaban como si nada sobre homosexualidad.

Muchos especulaban ayer con que la liberación de la que Pablo habla en su comunicado se debe precisamente a la infelicidad que genera el asqueroso subsuelo que pervive en el artisteo, donde un gay puede comentar las noticias del corazón y esparcir aceite y brillor a su paso, pero todavía hoy sigue habiendo productores y expertos en marketing que te marcan el camino que has de seguir y te prohíben contar tu realidad porque las ventas bajan.

La leyenda de Cary Grant, Montgomery Clift, Marlene Dietrich y George Michael sigue planeando décadas después sobre famosos y anónimos. Después de algunos años en calma, un peligroso velo de intolerancia y radicalidad se cierne sobre nosotros una vez más.

Por eso, de Pablo Alborán me interesa mucho más la honestidad que subyace en ciertas expresiones que ha utilizado y son muy definidoras de lo que él piensa, como "ser un poco más feliz" o "lo hago por mí". Que una persona tenga que contar que es gay para ser más feliz me preocupa, lo mismo que me preocupa que el líder de un partido político como Vox quiera hacerse publicidad reconvirtiéndose en defensor de los mismos homosexuales de quienes dijo que sólo deberían poder adoptar "a un niño que no quiera nadie", también para hacerse publicidad.

Me preocupa que un bus de la asquerosa asociación Hazte Oír recorra España señalando a menores transexuales y pidiendo que deroguen el matrimonio entre personas del mismo sexo, o que aun se escuché como segunda frase para definir a una persona un "es gay" o "es lesbiana", seas ministro, abogada o barrendero, o que cada vez que se le pone el micrófono en la boca a un obispo siga vertiendo ponzoña sobre un colectivo que engloba a millones de españoles, mientras se siguen tapando siglos de miserias de la iglesia. O que todavía haya quien anuncie terapias para "curar" la homosexualidad.

Esconder un aspecto inocuo y lícito de tu vida para que en tu carrera musical, tu trabajo o tu familia no haya repercusiones... ¿Es ese el ejemplo que necesitan los niños y niñas del siglo XXI, que el verdadero triunfo social requiere silenciar tu realidad?

Y yo que venía esta semana a contarte que hace cuatro meses que logré dar un cambio a mi vida a través del trabajo y el estudio, y a meterte por los ojos una fabulita de esas mías de autosuperación. De lo importante que es tener coraje, disciplina, autoexigencia, el valor de confiar en uno mismo por encima de todas las cosas y fajarte para alcanzar tus metas.

En el fondo hablamos de lo mismo: De coraje y de valor. Porque mientras siga siendo noticia la orientación sexual de nadadores, políticos, presentadoras, cantantes o quien toque, más necesario será que trabajemos para que la cordura se imponga.

Y más necesario será que volvamos a llamar el 28 de junio a celebrar el Día del Orgullo LGTBI, una fecha en la que homosexuales y heterosexuales recordamos que hace más de cincuenta años un grupo de verdaderos valientes salieron a la calle a protestar contra un sistema que acosaba y torturaba a personas con el visto bueno del gobierno.

Respetemos los tiempos y los silencios de cada uno, al que vive en el anonimato y al que pasea de la mano de su chico por la calle. O de su chica, o con tres a la vez. Esté dónde esté y tenga la edad que tenga.

Bienvenido a la normalidad, Pablo. Disfruta de tu libertad dentro y fuera del armario, y con las puertas entreabiertas también.


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