– Papá ¿De que se trata el aparato reproductor? –
Y de repente se hizo un silencio de tumba. Todo se detuvo, la música, los pájaros en el jardín, la guitarra y la canilla el tolete que siempre queda goteando.
Sabía que iba a llegar este momento en algún momento de mi vida como padre, pero fue muy pronto o muy de golpe: – ¿Será por la escuela que están educando a los chicos desde temprana edad? – me pregunté algo desorientado.
Siempre quise que llegase este momento, para desmentir a mi hijo un sin fin de mitos y misterios que empiezan por la macabra y nefasta cigüeña que llega de Francia a traer los bebés. Siempre supe que ese sería la primera de las desilusiones para Camilo, luego caerían en fila, todos: desde papá Noel hasta el ratón Perez y todo este conjunto de mentiras que van dándole una sentida imaginación a nuestros hijos hasta perder ello su inocencia.
Pero había un problema en todo este destape: es muy pronto, y temo que sea así, temo no ser yo quien saque las vendas de los ojos de mi hijo después de tantos años de falacias.
Es muy pronto aunque es necesario al mismo tiempo, el solito llegó con la intriga, todas las preguntas que mi hijo me hizo alguna vez fueron totalmente originales, nunca me metí en su libreto de dudas y preguntas.
Era de tarden. Yo escucha un concierto para bandoneon de Astor Piazzola y había preparado un mate amargon y fuerte.
Armé un cigarro y decidí, aunque todo sea muy pronto, sacar a Camilo de una incógnita como siempre lo hice al día de hoy.
Me senté a su lado y dije:
– Hijo, que bueno que hayas preguntado esto, estas creciendo rápido – Dije con un aire filosófico
– ¿En serio? – Respondió el niño
– Si, en serio – Dije
– ¿Y si soy más grande me vas a poder regalar juguetes? –
– Claro que si, depende de cuales, hay juguetes para niños que crecen rápido –
– ¿Los aparatos reproductores? –
– Caray – pensé para adentro – Va a estar difícil esto –
– Hijo, los aparatos reproductores no se compran, por lo general ya vienen puestos –
– ¡Si que se compran! Ayer los vi, en un video –
– ¿En un video? – Un cosquilleo me entró a correr por toda la espina dorsal – ¿Que video Camilo? – Dije cambiando el tono de voz.
– Un video, en la compu –
¡Carajo! Pensé, este chico esta creciendo muy rápido. De golpe y porrazo mi hijo de ocho años ya consumía pornógrafia explícita en Internet, o al manos algo parecido.
– ¿¡Que estas viendo en Internet Camilo!? –
– Bueno, no te enojes, si no esta en la jugueteria no pasa nada pá –
– ¡No se venden en las jugueterias! –
El tema se me había ido de las manos. Tanto tiempo esperando para que me sobrepase la cuestión por el avance irremediable que el mundo impone a la raza humana.
Me quedé sin palabras hasta que el niño desenredo la incognita:
– De todas maneras ya no creo mucho en eso –
-¿En que cosa no crees ? –
– En los zombis –
– ¿Los zombis? –
En ese momento la espina dorsal volvió a su lugar y una sensación de tranquilidad invadió mi desorbitado estado de ánimo.
-Claro, los zombis. Es una aparato reproductor de zombis – Dijo el pequeño con toda la inocencia del mundo.
Yo sonreí por dentro y por fuera. Le abrace fuerte y prometí ir a la jugueteria en busca del aparato.
Aliviado seguí con el itinerario pensando en que a mi hijo le queda un largo rato para seguir alimentando esa cosa tan bonita que es la imaginación.