Mi hijo y yo somos amantes de los caramelos. Nos declaramos consumidores compulsivos.
Mi novia es odontologa y nos odia por herejes.
Una tarde caminábamos mascando los dulces cuando el niño arroja al suelo el papel del caramelo que acababa de abrir.
En ese momento lo corrijo:
– No mijo. El papel va en el cesto, ya sabes. Guárdalo en el bolsillo y cuando veamos uno dejamos el papal en el tacho.
Caminamos unos metros y encontramos un cesto llegando a la esquina. Camilo se acerca y lo deposita en el mismo.
A la vuelta regresa con un interrogante:
– Papá ¿ Donde van los papeles que tiramos en el cesto ? – Preguntó
– Van a dar a cestos de basura más grandes, hijo – Respondi
– ¿ Y donde están esos cestos ? – Continuó
– Están en zonas estratégicas, acá en la ciudad son acampados lejos de donde vivimos – Dije.
– Y cuando se llena esos cestos ¿ Que pasa ? – Replicó.
Pensé un segundo y expliqué:
– La basura que se puede reciclar se vuelve a usar y los orgánicos vuelven a la tierra.
– ¿ Cómo es eso ?
– Se vuelven a usar los plásticos por ejemplo. Y ¿ viste cuando papá tira la yerba del mate en las plantas ? Bueno, esos son los orgánicos, siguen funcionando solos –
– Ah – Reaccionó
Caminamos unos metros y su curiosidad continuó cuando empezó a notar la vereda colmada de papeles de todo tipo. A lo que indagó:
– Y esa basura papá ¿ Sigue funcionando?
– Esa basura puede reciclarse pero algunas personas la arrojan en la calle –
– ¿ Y por que ? –
– Porque no les importa mucho el planeta. Hay muchos hombres jodidos que ensucian el agua y las plantas y los animales –
– Y eso no está bien – Dijo el niño.
– Claro que no – Asentí
Me sentí un buen padre durante el momento que creí haberle dejado un buen mensaje al chango.
Pero su interrogatorio no terminaría ah y volvió a interrumpir con curiosidad :
– Entonces el mundo es un cesto de basura gigante –
– Claro, algo así –
– ¿ Es el cesto de basura de Dios ? – Disparó
Silencio.
Sabía que la estocada no tardaría en llegar
y ante el atraco intente hacer mi mayor esfuerzo:
– No. Dios no tiene nada que ver con esto. Para alguna personas Dios creo el planeta donde vivimos y a nosotros también. Dudo que el lo use de cesto de basura. Es como si vos hicieras un dibujo lindo y lo uses para limpiarte en el baño –
– Ah. ¿ Y de quien es el cesto entonces?
– Nuestro. Nosotros lo colmados de basura. Los hombres jodidos a los que no le importa el planeta –
– ¿ Y Dios no les enseñó a esos hombres a guardarse los papeles al bolsillo ?
Silencio, nuevamente.
– ¿ Queres un caramelo mijo ? –
– Si, de frutilla…