Bach coronó su vida con el mensaje incompleto de su importante obra didáctica «El arte de la fuga», producción que sobrecoge a los técnicos por su inmensa trascendencia. Fue escrita en el último año de la vida de¡ cantor de Leipzig (1749‑1750). Poco antes había compuesto para Federico 11 su «Ofrenda Musical». No obstante, «El arte de la fuga» sobrepasa en belleza a la obra anterior. Al referirse a esta producción, se habla de rigor matemático y de abstracción metafísica. Pero aclarado ya el horizonte lleno de brumas que desdibujaba y oscurecía la obra inmortal del autor de las «Pasiones», esta obra se nos aparece clara, refulgente y centelleante de viveza y espiritualidad.
El libro del Arte de la fugase compone de quince fugas y cuatro cánones, o más bien, a juicio de Spitta, de una gigantesca fuga en quince capítulos. La fuga aparece aquí en sus más diversos y ricos aspectos, desde la sencilla, doble, triple, hasta la «erizada por un doble contrapunto, complicada con alteraciones rítmicas o melódicas». Algunos contemporáneos de Bach comentan que la obra del gran compositor era demasiado elevada para este mundo. Y esta creación, ante la cual sólo podemos admirarnos y asombrarnos, está arquitecturada y descansa sobre un único tema en re menor, «bastante insignificante e inferente por sí mismo». La homogeneidad del inacabado opus es tan grande que las fugas requieren una ejecución conjunta, Interpretadas aisladamente pierden algo de su peculiar grandeza, y tan solo brillan esplendorosas cuando suenan agrupadas.