Hay ocasiones en que los bárbaros son mejores que los civilizados en ciertos aspectos de la tecnología y del arte de la guerra. Perennemente, el salvajismo de los bárbaros constituye un elemento para multiplicar su fuerza, su crueldad representa una fuerza psicológica que destruye la agotada moral de los civilizados, quienes siempre parecen subestimar a los bárbaros.
El Arte de la Guerra. Los combatientes bárbaros.
Fotograma de la película "Mongol"
Divididos en principados envueltos en disputas, los príncipes rusos cayeron uno por uno ante los mongoles, cuya movilidad superior, mando y control, táctica y equipo eran insospechados. Cuando cayó la ciudad de Riaza, los mongoles acometieron encarnizadamente contra los ciudadanos, despellejaron a unos mientras que a otros los atravesaron con lanzas y cuchillos. No dejaron vivos ni a los que se habían refugiado en las iglesias, violaron a todas las mujeres vivas y a las monjas que encontraron en las iglesias y lo hicieron ante los ojos de los otros refugiados. A medida que quemaron la ciudad, los mongoles dejaron escapar unas cuantas personas que habían presenciado el ataque para que éstos a su vez, informaran sobre la suerte que corrieron los que ofrecieron resistencia.
En el campo, las legiones romanas no tenían igual, circunstancia que obligó a los germanos a atacar a los romanos en los bosques. Los germanos organizaron escaramuzas, hostigaron y tendieron emboscadas durante tres días, y lentamente debilitaron a los romanos. La táctica deficiente, el clima aciago, el don de mando tan débil, el terreno accidentado y la simple traición echaron a perder las ventajas que tenían los romanos en cuanto a tecnología, adiestramiento y disciplina. Las unidades romanas mantuvieron su unidad pero, exhaustos, al final fueron derrotados por huestes más numerosas. Los prisioneros fueron enterrados vivos, crucificados u ofrecidos como sacrificio a los dioses germanos. Tres legiones desaparecieron en el bosque de Teutoburg. Arminius, el comandante germanos, hizo clavar las cabezas de los romanos en las ramas de los árboles como un aviso a los romanos. El poder romano nunca jamás se extendió más allá del Rin.
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