El arte de la resurrección: un cristo humano y divino
Hernán Rivera Letelier
Imaginario CulturalHernán Rivera Letelier es un escritor chileno nacido en el año 1950 en la ciudad de Talca y que en sus novelas tiene como escenario principal el norte chileno, el desierto y principalmente la pampa salitrera.
De extracción muy humilde, residió en su niñez hasta la edad de 11 años en la oficina salitrera Humberstone, ubicada en el norte de Chile. Cuando esta oficina se cerró, se traslada con su familia a la ciudad de Antofagasta, donde a los pocos días su madre muere producto de una picada de araña de rincón.
Debido a esto, la familia resuelve regresar al trabajo en la oficina salitrera, sin embargo, Rivera Letelier decide quedarse a vivir en Antofagasta en precarias condiciones, instalado en una carpa en el patio de una iglesia evangélica de esta ciudad.
A mediados de la década del 70 viaja por parte de Latinoamérica, donde toma la decisión de ser escritor, sin embargo, a su regreso debe trabajar en la minería, donde se emplea como operador por varios años. No será hasta casi una década después que publica su libro
“poemas y pomadas”, una autoedición de 500 ejemplares, que se dedica a vender personalmente puerta a puerta.
En el año 1994 publicaría su primera novela “La reina Isabel cantaba rancheras” que lo catapulta a la fama y lo hace acreedor del premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile, más una mención en el premio Municipal de Santiago. Desde este momento no dejaría nunca más de escribir, teniendo actualmente más de una decena de novelas escritas y todas de gran éxito.
Título:
El arte de la resurrección
Autor: Hernán Rivera Letelier
Editorial: Alfaguara
ISBN: 9788420406039
Páginas: 264
Desde
antes de la pubertad Domingo Zárate comenzó a ofrecer incipientes sermones a
sus amigos, a advertir formas apocalípticas en las nubes y acertar en la
predicción de pequeños desastres. Tras la muerte de su madre, se convierte en
ermitaño, aislándose en el Valle del Elqui, donde pasa varios años de
indigencia y privaciones, hasta que descubre a través de una visión espiritual
que él es nada menos que la reencarnación de Jesucristo.
Es
así que comienza su peregrinaje a lo largo de Chile, misionando primero en los
pueblos y rancheríos de su provincia natal, dando consuelo a los afligidos,
confortación a los desamparados y curando enfermos.
Sin embargo, en el año
1942, se entera que en una de las oficinas salitreras del norte de Chile, vive
una prostituta que siente una especial veneración por la Virgen del Carmen y que
se llama Magalena (sin la d por un error en su inscripción de nacimiento).
Zárate se lanza así a su búsqueda, para que se convierta en su discípula y amante,
y para que lo acompañe en su sagrada misión de advertir a las gentes de la
inminente llegada del fin del mundo, no obstante, al encontrarla ella le cuenta
que hizo una promesa a la Virgen del Carmen y no puede dejar su trabajo, por lo
que Zárate decide instalarse al lado de Magalena y, mientras ella recibe a sus
clientes, él le predica a los hombres que aguardan su turno.
Hernán
Rivera Letelier despliega un lenguaje lleno de humor y surrealismo para
retratar a Domingo Zárate Vega, el Cristo de Elqui, quien alborotará a los
asoleados habitantes de la pampa salitrera con sus extravagantes prédicas y sus
andanzas. Esta obra nos habla, pues, de un Cristo muy de carne y hueso, lleno
de humor y que luchará para encontrar una María Magdalena que lo acompañe en su
misión evangelizadora y que fornique “de todo corazón y sin remilgos”, ya que en
contra de la doctrina eclesiástica del celibato, y siguiendo el claro precepto
bíblico de “id y multiplicaos”, para él la abstinencia sexual es una verdadera aberración.
Según el propio Rivera Letelier, respecto de la construcción del personaje señala "Yo lo quise hacer humanamente divino o divinamente humano para acercarlo
más a la gente, porque al Cristo de los Evangelios siempre lo encontré poco
asequible al pueblo, a la gente común y corriente. Entonces
yo quise hacer un Cristo más humano, más al alcance de todos, incluso sin voto
de castidad, que siguiera como norma ese precepto de la Biblia que dice
"id y multiplicaos sobre la faz de la Tierra". Porque me enteré de
que el Cristo de Elqui se multiplicó mucho cuando anduvo predicando..."
Un
libro indispensable con una gran fuerza narrativa, que nos presenta un
conjunto de personajes tan grotescos como entrañables, escenarios polvorientos,
sermones afiebrados y más de algún milagro de características celestiales.
Artículo: Natan Olivos