Yo ya dije en otra ocasión, con otro tema que no es ni tan rocambolesco ni tan polémico ni tan delicado, que no entendía de números. Qué le voy a hacer si nací de letras y de letras me quedé. Sin embargo, cuando un Ministro de Justicia dice que la reforma del aborto que tiene a medio país (y a medio partido propio) en contra, será positiva para la economía, me da por pensar: o finalmente yo sí que entiendo algo de números, o es que los políticos siguen haciendo lo que mejor se les da: mentir con tal de justificar sus decisiones.
Resulta que Ruiz Gallardón ha dicho, en un gesto de lo que en política para no políticos se conoce como “vender la moto” o “populismo barato”, que la reforma del aborto será positiva para la economía porque “no disminuirá” la natalidad. Lo cual, me parece una completa sandez por dos simples razones:
- La primera: creo que la relación causa-efecto que puede tener esa reforma con la economía es pura invención del Ministro, debido a esa manía que tienen todos de hablar como si esto fuera Chupilandia (y nosotros imbéciles).
- La segunda: que afirmando tal cosa, el Ministro de Justicia cree que la causa de que la natalidad decrezca en nuestro país se debe a los abortos que se practican con la ley que todavía está en vigor.
Y es que igual de mal me parece que Gallardón se invente una causalidad divina entre su nonata reforma y la economía, como que para justificarlo lance el mensaje de que la natalidad en este país baja por los abortos. Y en honor a la verdad diré que es cierto, no lo ha dicho con estas palabras, pero afirmar que la natalidad no disminuirá a causa de la reforma, ¿no es lo mismo que decir que actualmente disminuye por defecto de ella?
No es porque no hay trabajo, porque hoy en día un joven se va de su casa cuando ya no es joven; porque aunque se vaya, el mero hecho de plantearse tener familia supone un reto casi inalcanzable o porque hay que pasarse la vida estudiando para poder aspirar a un empleo más o menos bien pagado. La natalidad, según el señor Ministro, no baja porque los pañales, la comida y la vida de los niños conlleven un gasto que no todos se pueden permitir. En fin.
Podría nombrar, si tuviera estómago, algunos de los argumentos maravillosos con los que el Ministerio de Justicia justifica la reforma, pero es que si ya el primero se le atraganta a cualquiera con un par de dedos de frente porque atufa a mentira y manipulación, por favor, que alguien se imagine el resto (O QUE LOS LEA AQUÍ).