Revista Cultura y Ocio

El arte de vivir

Por Aceituno

Las flores son sinónimo de vida, incluso la que está en blanco y negro. Vida. Hermosa palabra que no siempre pronunciamos con el debido respeto porque, claro, tampoco podemos estar todo el tiempo poniéndonos serios y dramáticos. Bastante denso es a veces el arte de vivir como para que encima nosotros le pongamos más cuento a la cosa. Es aquello de “quitarle hierro al asunto”, a eso me refiero. Por muy serios que nos queramos poner me parece que hay que saber restarle importancia a lo que nos pasa, precisamente porque la tiene y, si la tiene, no hay que remarcarla: simplemente está ahí, presente y bien visible. Cualquier intento de exagerarlo tan solo va a conseguir el efecto contrario: que parezca menos de lo que es.

A mí me cuesta hablar de mí y de mi enfermedad, en primer lugar porque son cosas íntimas y siempre fui un poco reservado en cuanto a mis intimidades y en segundo lugar porque duele hablar de ello en vez de mirar para otro lado y hacer como que la cosa no va conmigo.

Claro que, en este caso, es imposible fingir que la cosa no va conmigo.

El hecho de tener cáncer es tan poderoso a todos los niveles que uno no se puede desligar ni por un segundo. La vida cotidiana gira en torno a ello: qué tal me encuentro, si tengo fuerzas para caminar un rato, a ver qué comemos que no me siente mal, si me duele o no me duele, cuánta morfina me he tomado hoy, si me ha subido la temperatura, etc. etc. etc. Mil cosas más. Todo el día con lo mismo. El cáncer gobierna nuestra vida. Por suerte el amor también cuenta y le hace la competencia así que ahí estamos, sobreviviendo entre esos dos mundos. Y así estaremos hasta que podamos.

El arte de vivir es el arte de sobrevivir. Nadie vive sin más. Todos necesitamos que se cumplan ciertas condiciones para que el asunto esté equilibrado y no se vaya todo a la mierda. Por suerte para mí, yo estoy consiguiendo abrirme y sincerarme en este blog y eso me está ayudando a comprender mejor lo que me pasa y a entender porqué pienso como lo hago. Para mí también es muy difícil vivir como yo pienso que debería vivir. Tiendo a ser perezoso y la pereza está reñida con una buena vida. En mi caso sería muy sencillo dejarme ir y quedarme en el sofá todo el día sin hacer nada, pero no me lo puedo permitir, no me puedo hacer eso a mí mismo.

El arte de vivir requiere esfuerzo y sacrificio. Ni siquiera eso resulta fácil. Hasta para vivir hay que atarse los machos si uno quiere vivir con plenitud. Si no, pues nada, a dejar que la corriente te lleve a su antojo y a conformarte con lo que aparezca en las orillas, Eso ya depende de cada uno, de las fuerzas que tenga, del interés que aún le quede por su propia vida y de cuánto esté dispuesto a arriesgar para conseguir sentirse orgulloso de ella.


El arte de vivir


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