Con el fervor del cambio de siglo –entre el 1890 y el 1910, aunque cabe la posibilidad de ir adelante y atrás– y sus correspondientes revoluciones de tipo cultural, social y tecnológico, Europa se dio cuenta de que algo pasaba. Los artistas llevaban décadas impresionados con ellos mismos y con lo que les envolvía y parecía que por fin rompían los moldes del academicismo imperante desde el Renacimiento. No se les ocurrió otra cosa que liarse la manta a la cabeza y decidir innovar, cada uno por su cuenta, para dar lugar a nuevas formas de mirar el arte. Es, seguramente, una de las mejores decisiones de los habitantes de Occidente.
Al pensar en estas primeras vanguardias me llega una sensación de desenfreno que no tiene nada que envidiar a la experimentación y el cambio de tercio artístico iniciado en los sesenta. Vaya, que estamos muy acostumbrados a que las revoluciones sean a gran escala y no sabemos admirar lo que suponía un cambio en el mundo del arte de estas magnitudes en aquel entonces.
Así pues, encontramos varios grupos, que en esencia eran muy reducidos, de personas que tenían algo que mostrar. Me atrevería a decir que no hablaban de temas novedosos pero sí que lo hacían con un lenguaje distinto, que no evolucionado. Y poco a poco fueron desdibujando aquello de lo que queremos hablar hoy: lo figurativo. Por no extendernos en una linealidad cargante, digamos que los fovistas y los primeros expresionistas se encargaron de dar lugar a que los que llegaran tras ellos perdieran el objeto.
¿Y quienes fueron estos? Por dar un nombre, Kandinsky. Sería tan sólo uno de los que de 1910 en adelante se dedicaría a reelaborar la idea de qué es el arte. Y fue muy osado al decir que había llegado a la abstracción absoluta, a lo no figurativo, a desprenderse de la naturaleza, a entrar en contacto con el cosmos. Puede que este último par de cosas, en mayor o menor medida, llegara a hacerlas. Pero lo no figurativo, como la abstracción, es tan sólo una mentira. Mentira o término no adecuado. Porque la pintura no puede ser abstracta. Por lo menos en este mundo concebido por nosotros.
Wassily Kandinsky
Composición VIII
1923
Yves Klein
California (IKB 69)
1961
Por si se echa en falta a alguien en este recorrido, he querido dejarlo para este punto. Picasso. Él podría ser el punto que nos conectara entre eso que llamarían la destrucción del objeto y la llegada a la abstracción. Pero es que él ya sabía que lo “no figurativo” era una mentira. En uno de sus escritos publicado en Cahiers d’Artsaseguraría que «tampoco existe un arte “figurado” ni “no figurado”. Todo se nos aparece en forma de “figuras”. Hasta las ideas metafísicas se expresan mediante “figuras” simbólicas.»
Alex Pallí
Pixelled smashed forms
2013
Charlie W.