Susan Sontag escribe en su ensayo de 1967 "La Estética del Silencio" que "cada era debe reinventar el proyecto de espiritualidad para sí misma". Allí describe que el silencio dentro de la performance art sirve a varios propósitos, entre ellos la purificación de la consciencia a través de la ausencia de un lenguaje que la embarre[1]. Esto es un método que el arte heredó de la entidad que tenía dominio sobre la espiritualidad y la experiencia trascendental antes que ella, la religión, y cabe destacar que no es lo único. La posibilidad de escalar rangos sociales durante mucho tiempo recayó en la capacidad de volverse parte de la Iglesia o del ejército, cosa que el día de hoy pasa con el arte y los deportes, dos caras de la sociedad del espectáculo. Para los estadounidenses el mito de Hollywood es que uno puede elevarse de la pobreza y el anonimato hasta la fama y el bienestar (lo que ellos llaman las historias de "rags to riches, de harapos a riquezas) y que los jóvenes pueden dejar sus pueblos o ciudades natales, usualmente más chicas en tamaño y por lo tanto vistas como más afuera del mundo en su concepción popular, para probar suerte en la industria del entretenimiento. Esto es una versión más intensa y abreviada del mito de la posibilidad de ascender a la clase media o más allá de ella a través de la educación superior y el trabajo duro y lealtad a una empresa. Por Hufupukar Dentro del sueño americano como narrativa de identidad nacional, como inscripción de una dinámica dominante para asegurar la felicidad y complitud del ser, esta historia pretende afirmar que las posibilidades son las mismas para todas las personas, y que mientras todo el mundo pueda salir adelante de la pobreza o adquirir aquello que desea entonces el sistema es justo y más aun, está justificado. Esta historia tiene la moraleja de que el trabajo duro y la perseverancia son las virtudes que llevan a la felicidad, o de alguna manera, al fin de todos los problemas, hablando en un sentido espiritual: todos deseamos que nuestras vidas pasen sin sorpresas desagradables, o que al menos lo hagan con la posibilidad de manejarlas. Para el paradigma capitalista aquello que confiere la posibilidad de enfrentarse a todos los problemas es el dinero, y por lo tanto eso es lo que tenemos que aspirar a obtener. Lo que un cuento griego – que también deseó en su momento enseñar a los receptores dentro de su sociedad de origen sobre los valores útiles para la vida y aquello que los llevaría a la felicidad – podría decir que son el valor, el honor, o la fuerza interior, reemplazamos actualmente con la transacción material que produciría la evaporación de un problema. Esto tácitamente afirma que existen únicamente los problemas externos a uno, y que los que experimentamos a diario de manera interna se deben únicamente a un déficit del bien de cambio necesario para hacerlos desaparecer.Dentro de su funciones como organizadoras de los recursos y como aseguradoras de la supervivencia de todos sus miembros, las sociedades cuentan con historias para enseñar los valores que son útiles para ella misma y permiten que se mantenga funcional y se continúe: aprendemos a través de las historias y sus símbolos, sus personajes, las situaciones que pueden ser comunes a todos y los arquetipos que contienen. Esas historias son las que nos muestran cómo funciona el mundo y cuál es el camino que hay que seguir para llegar al bienestar, a aquello que espiritualmente experimentamos como la ausencia de nada y la seguridad de que nuestra vida no está ni va a estar amenazada.[2] Sin embargo, estas historias pueden ser anacrónicas, o pueden servir para reafirmar un sistema que no es el que proponen o del que afirman su existencia. En ambos casos, las películas animadas de Disney son un buen ejemplo: las más grandes son adaptaciones de historias antiguas (el mito griego de Hércules o los cuentos de los hermanos Grimm) que ya no transmiten las mismas moralejas que sus versiones originales, por lo que deben ser adaptadas, y además proponen una dinámica del funcionamiento de la sociedad idealizado y justo, o donde la injusticia es eventualmente castigada, mientras la misma empresa que genera esas narrativas viola los derechos laborales de sus empleados.[3]
En este momento histórico, las narrativas que mencioné anteriormente sobre el ascenso social son tanto anacrónicas cono útiles para la reproducción continua de la red de dinámicas neoliberales. Ambas tienen un cierto grado de verdad, así como las estafas piramidales necesitan cierto porcentaje de éxito para atraer gente, y hay un porcentaje de la población que logró tanto ascender de clase social como tener un salario más alto, pero a grandes rasgos en el actual mercado laboral un título universitario no asegura un trabajo, y un trabajo no siempre es suficiente o estable. El entrar a una compañía y jubilarse dentro de ella ya no es algo plausible como lo fue para generaciones anteriores, y la brecha de ganancia entre los sectores más ricos de la población y la clase media se vuelve más grande a nivel mundial desde hace décadas[4].
Verónica Gerber Bicecci: Dibujé esta radiografía de pausas a partir del ensayo “La estética del silencio” de Susan Sontag. Cada una de sus comas, puntos y coma, dos puntos, puntos y seguido, y puntos y aparte conforman una partitura. Tal como lo sentencia Sontag: “Sin la polaridad del silencio, todo el sistema del lenguaje fracasaría”. Al imaginar el mecanismo invisible detrás del texto, esta traducción visual propone leer desde el lado negativo de la escritura.
La creciente inequidad salarial, la ausencia de narrativas que sean representaciones fieles del mundo o que nos ayuden a transitarlo, el cambio climático y las predicciones catastróficas al respecto, la ausencia de recursos, la ansiedad y depresión que crean la falta de expectativas de una vida mejor, los hábitos de consumo mundiales y muchos otros factores más de la vida cotidiana dentro del capitalismo son no sólo problemas materiales, económicos y sociales sino también espirituales. Sin embargo, no parece haber un proyecto generacional que tenga las herramientas necesarias para resolver esos problemas. Esto tampoco es accidental: históricamente la clase burguesa se opuso a la tradición católica por ir en contra de ella y sus procesos de solidificación de poder, y junto con los descubrimientos científicos sobre la física lograron derrocar a la Iglesia de su posición de dominio sobre la narrativa fundacional sobre el funcionamiento de la realidad y la espiritualidad. El teólogo Alan Watts lo describe argumentando que hubo a través de la historia dos modelos que formaron la psique de las culturas occidentales.
El silencio es el supremo gesto ultraterreno del artista: mediante el silencio, se emancipa de la sujeción servil al mundo, que se presenta como mecenas, cliente, consumidor, antagonista, árbitro y deformador de su obra.
El primero es el modelo de arcilla, en el cual todo es creado en base a los deseos de un Dios que conoce lo que es bueno y observa todo con paternidad cruel, y el segundo es el modelo completamente automático, en el cual todo es creado por casualidad dentro de un universo mecánico, sin vida, voluntad o inteligencia. El pasaje entre estos dos paradigmas es la muerte de Dios descrita por Nietzsche, en la cual reemplazamos la creencia de que existe un sentido o un poder mayor al nuestro por la creencia de que somos el resultado de una serie de accidentes sin sentido ni propósito, dejando en su lugar el nihilismo. Esto tiene la consecuencia de quitarnos la posibilidad de creer en un ente más grande que el sistema económico y financiero del capital, por lo que en la vida cotidiana de las sociedades occidentales sólo queda la conclusión de que no hay escapatoria de nuestros males espirituales. Lo que surgió de la oposición al catolicismo, que intentaba sabotear a la clase que terminaría dominando el mundo, es ahora una de las creencias que sirven para perpetuar la red de sistemas que conforman el paradigma de esa misma clase. Por este mismo motivo es que los grupos anticapitalistas actuales deciden integrar en u práctica diversos sistemas de creencias: la relación estrecha entre el feminismo y la wicca u otras tradiciones paganas de brujería se explica parcialmente en que la posibilidad de creer en un poder mayor o una alternativa al sistema actual puede ser una fuente de fuerza y resistencia activa contra tal. Si nos falta la creencia en un orden que pueda estar en un nivel más alto que el del capitalismo, entonces es menos posible que nos esforcemos por generar una alternativa al mismo.Noto en mi generación una amplia decepción y falta de confianza en la posibilidad de encontrar un trabajo estable a través de la educación superior, ya que la cantidad de estudios necesarios para seguir siendo competitivo es cada vez mayor y las capacidades materiales que sustentan la posibilidad del estudio son cada vez menos frecuentes o más difíciles de sostener. Ante esa decepción, muchos optan por permanecer en trabajos que no requieren dichos estudios o dejar la vida de la ciudad enteramente, optando por vivir de maneras alternativas fuera de los centros urbanos, a veces por el trueque o el trabajo independiente. Sin embargo, eso aún así no soluciona (o siquiera señala) al problema en una escala que conlleve a una reformulación de nuestros hábitos cotidianos y genere prácticas que eviten el surgimiento de esos problemas en primer lugar.
Las nociones de silencio, vacío y reducción bosquejan nuevas fórmulas para mirar, escuchar, etcétera… fórmulas que estimulan una experiencia más inmediata y sensual del arte, o enfrentar a la obra de arte con un criterio más consciente, conceptual.
Si hay una dinámica que caracteriza al capitalismo es la habilidad que tiene de generar problemas a través de sus prácticas mercantiles y de también generar soluciones para esos mismos problemas. Cuando la experiencia de la realidad es insuficiente para satisfacer las necesidades emocionales y espirituales de las masas consumidoras, nos encontramos con un problema que exige una solución. Y tal como es el modelo actual, toda posible solución es creada en base al modelo preexistente de relaciones de transacción y consumo: desde el veganismo hasta la medicina alternativa, no es el hecho de que consumamos algo distinto el que genera un cambio en nosotros o en nuestra realidad, sino el hecho de cómo entablamos una relación con aquello que ingerimos (sea alimento o medicina) y en qué condiciones se produce y manufactura aquello que ingerimos. Así como mucha gente opta por alternativas menos químicas para su nutrición o salud, los productos que reemplazan los más masivamente manufacturados también son obtenidos con prácticas o procesos que incluyen explotación humana o abuso animal. Lo mismo pasa con la experiencia y necesidades emocionales y espirituales. El primer inconveniente es lo que consumimos y el contexto en el que estamos sumergidos, pero la oferta que plantea el sistema actual es de ingerir algo que él mismo ofrece como solución a un problema del que es, en principio, causante.
Al postular el silencio y la reducción, el arte comete un acto de violencia contra sí mismo, se convierte en una especie de automanipulación, de conjuro mediante lo cual intenta alumbrar estas nuevas formas de pensamiento.
Es en ese momento en el que aparece la simulación de la experiencia espiritual. Tal como Beaudrillard la describe, cuando un producto es tan mimético y similar a la realidad que empieza a suplantarla, cuando el mapa de algo empieza a ser tan detallado que es indistinguible de su original, no hay razón para consumir o ingerir aquello que suplanta. El capitalismo se volvió excepcionalmente bueno en este proceso, aprendiendo a copiar y manufacturar situaciones, dinámicas, y experiencias que sean lo más parecidas posibles en su forma a alguna otra para su beneficio. De esto hay varios ejemplos: se puede comprar ropa rockanrollera en Honky Tonk para parecerse a David Bowie o Lou Reed en los 70s, podemos ir a Lollapalooza o Coachella para imitar la experiencia generacional que fueron Woodstock o Rock Around the Clock, y podemos ver los Juegos del Hambre u otras historias de marginados o rebeldes sociales para identificarnos con los protagonistas: la rebelión contra el sistema también es una estética simulada. Todos estos productos son creados en un ámbito capitalista, y tienen un alto nivel de diseño y subtexto para poder dar la apariencia de subversión. Los influencers tweetean mensajes que son diseñados por mesas de ejecutivos que hacen análisis de mercado y segmentación de público para alcanzar a la mayor cantidad de gente. Cuesta muchísimo trabajo hacer que algo parezca completamente natural, y el capitalismo es bueno copiando formas, no esencias, contenedores y no contenidos, estéticas de la verdad y no verdades.
No se trata sólo de que las palabras sean, en última instancia, inservibles para traducir los fines supremos de la conciencia; ni siquiera de que se interpongan en el camino. El arte expresa un doble descontento. Nos faltan las palabras, y las tenemos en exceso.
Es en la experiencia espiritual en que esta situación puede ser increiblemente irónica. La búsqueda de trascendencia, iluminación, liberación y purifcación de la consciencia ahora puede ser satisfecha de una manera que sea redituable para el grupo que sepa ver la apertura en el mercado. Un ejemplo de esto son las fiestas de música electrónica, que van acompañadas del consumo de drogas como el éxtasis o el MDMA. En esos casos no sucede solamente que la experiencia de la realidad (y de la elevación más allá de ella) es manufacturada, sino que está acentuada y amplificada a su máxima expresión, más allá del lenguaje y el estado de consciencia habitual. En este sentido, la simulación no es sólo una imitación indistinguible de su original, sino una súper experiencia. No hay que ir tampoco tan lejos como el consumo de drogas como para encontrar ejemplos de experiencias espirituales simuladas. YouTube está lleno de canales dedicados a meditaciones guiadas, prácticas de mindfulness (una derivación adogmática de algunas enseñanzas y métodos budistas), música relajante, e instrucciones de cómo manifestar la ley de atracción para atraer la felicidad, la riqueza, el amor, y para que todos nuestros deseos se vuelvan realidad. Muchos de los canales de música relajante suelen tener nombres como “Ese viento de las 3 am en una noche de verano”, “café matutino”, “respirando sueños como aire”, etc. Es decir, intentan recrear de manera inmediata la experiencia de placer y relajación que podría derivarse de cualquiera de esas situaciones, sensaciones que pueden ser profundamente espirituales en el sentido de que son sinónimas de paz profunda y sentirse realizado o que no se necesita más de lo que está presente en este momento.
Sin la polaridad del silencio, todo el sistema del lenguaje fracasaría.
Muchos de estos canales son creados por usuarios particulares que esperan transmitir positividad a una comunidad de personas que disfrutan de un mismo género de música pero algunos de ellos, mayormente los de meditaciones guiadas, suelen tener contenido repetitivo o a veces idéntico con el que apuntan a obtener rédito de los anuncios que preceden, siguen o a veces interrumpen el video mismo. Lo que evidencian por la cantidad de visitas que tienen es que hay una búsqueda común y amplia de remedios a la ansiedad y los miedos de la vida contemporánea, y que hay gente que espera encontrar aunque sea una imitación de esa emoción en un video de media hora que puede escuchar para dormirse. También es valioso notar que muchas de esas meditaciones guiadas no tienen una base en las prácticas o tradiciones reales de la meditación, sino que son similares a un libro de autoayuda que aboga por el uso de frases autoafirmativas: en vez de usar el abandono del ego como práctica, apuntan a calmar las ansiedades superficiales de una persona promedio sin identificar las verdaderas causas de esas ansiedades.El canal de YouTube “Cuck Philosophy” hizo un video que trata sobre la moda del world music (música del mundo) que surgió en los 80s y 90s, en la cual la música de países africanos y tribus originarias se volvió popular en las grandes culturas occidentales junto con la estética New Age, que eventualmente alcanzó su pico con la estética corporativa de diversas marcas usando cantos africanos para sus publicidades, y la propagación de un discurso superficial y etnocéntrico de aceptación de la diversidad de todos los grupos culturales y étnicos, representados de manera naif como más simples y puros en su estar fuera de la globalización industrializada.[5] En el video propone que la popularidad de esa música resultó de la necesidad de canalizar los deseos precapitalistas de participar en rituales y otras experiencias espirituales que tenemos siendo usados para comercializar la estética del regreso a la naturaleza y, si no al primitivismo, al menos a una etapa de menor industrialización. Sin embargo, esta estética no está por fuera del sistema mercantil y el deseo de una cotidianidad menos mediada por las simulaciones del mismo puede ser real en su origen, pero también puede ser redireccionado o suplido por uno de los productos del neoliberalismo. De esa manera incluso la visión de un escape de la falta de experiencias reales por un agente externo es incorporada dentro del paradigma actual, inoculando su potencial de generar una búsqueda más allá de las ofertas actuales. El gran descubrimiento del marketing es que el éxito de una publicidad depende de la asociación de un producto con la satisfacción de una necesidad inconsciente y básica, como la aceptación de nuestro círculo o, en este caso, la experiencia de conexión con una parte más profunda del yo. Si lo que deseamos es escapar a un lugar que también es propuesto por el creador de donde queremos escapar, entonces ese creador tiene control no sólo sobre el discurso hegemónico de nuestro entorno sino también de su alternativa, incorporando ese deseo a sus dinámicas establecidas.Así como la verdadera experiencia espiritual puede ser profundamente transformadora, sólo puede surgir de una búsqueda interna y no de una propuesta exterior. Es importante notar que si esa experiencia no tuviese también una alta capacidad de dotarnos de herramientas que anulan nuestra falta de defensas ante el paradigma que intenta suplantarla, entonces el mismo paradigma no intentaría absorber su forma para borrar su esencia real. La falta de una necesidad básica no puede ser tapada por un tempo indefinido, pero para poder reclamar a grande escala nuestro derecho a una experiencia real tenemos que reconocer la importancia de lo emocional y lo psíquico además de lo material. Los avances en el reconocimiento de la enfermedad mental como un problema de salud pública y la desestigmatizacón de aquellos que sufren de ella, además de la evidencia de su relación con el modelo económico y social actual, puede también derivar en la posibilidad de recuperar una manera amplia de experimentar lo espiritual sin que sea visto como un deseo esotérico, sino como una parte indispensable de nuestra conformación y una herramienta para la renovación y cambio internos y externos.Hufupukar Todas las citas pertenecen al ensayo de Susan Sontag, "La estética del silencio", de su libro "Estilos radicales".
Notas:
[1] Lo que luego sería investigado en la teoría de Sapir-Whorf de la relatividad lingüística.
[2] Creo personalmente que es por esta misma razón que los grupos humanos que amenazan una “historia” (comprendida como decreto social con valor de verdad) son rechazados o intentan ser extirpados: Las personas transgénero o los inmigrantes pueden ser enmarcados como amenazas para la supervivencia de una sociedad a través de diversas narrativas que increpan al instinto de supervivencia de la gente: si la sociedad es aquello que permite mi supervivencia, cualquier cosa que amenace su continuidad debe ser rechazado, ya que indirectamente amenaza mi vida. Para esto se requiere una historia que explique como funciona “nuestra” sociedad y una que presente la amenaza del otro, y las dos se complementan.