Revista Cultura y Ocio

El arte y la técnica

Publicado el 08 marzo 2014 por Siempreenmedio @Siempreblog

8 marzo 2014 por araphant

El pasado domingo se celebró la octogésimo sexta edición de los premios Oscar. Gravity, de Alfonso Cuarón, arrasó con siete estatuillas doradas. Aunque lo de arrasar es relativo puesto que la academia del cine holliwoodiense le denegó el galardón más importante, el de mejor película del año que fue a parar a la obra de aliento clásico y alma oscura 12 Years a Slave (2013) de Steve McQueen, pero si le otorgó el premio al mejor director al mexicano. Son una cosa curiosa lo de los premios más importantes del cine, porque los criterios de los académicos con derecho a voto muchas veces poco tienen que ver con criterios artísticos (si así fuera los premios a mejor película y mejor director siempre deberían ir juntos) pero este año de ha producido una interesante -aunque en parte falsa- correlación entre técnica y arte. La película más premiada es un prodigio técnico que, a estas alturas, es casi lo mismo que decir un prodigio artístico, porque para algunos (entre los que me incluyo) sigue siendo más importante la parte artística clásica -guión, dirección de actores, interpretaciones, puesta en escena y el resultado final de la suma de esas partes- que la extraordinaria -eso es innegable- capacidad del equipo técnico de la película para crear imágenes de la nada y producir intensas emociones en el espectador.

Y es el caso que, entre prodigios técnicos y artísticos y otros títulos menos llamativos pero igual (o más) emocionantes que Gravity, se coló un título aparentemente pequeño, una película casi predestinada a los círculos del cine independiente y alternativo, tanto por quién es su director y guionista como por su argumento, que consiguió hacerse con uno de los premios importantes (el de mejor guión original) y al que escamotearon el premio para una canción absolutamente maravillosa e incluso negaron la nominación a un actor inconmensurable en estado de gracia. Esa película es, ya lo habrán adivinado, Her (2013), de Spike Jonze. Y ese actor mayúsculo que se quedó sin nominación es, como pueden ver en el póster, Joaquin Phoenix.

El arte y la técnica

Reducir el argumento de esta película a la historia de un hombre que se enamora de la voz femenina de su sistema operativo (impresionante Scarlett Johansson actuando únicamente con su voz) es hacerle muy poca justicia a una obra que habla sobre cosas tan universales y atemporales como el amor, la soledad, la falta de comunicación entre las personas, las relaciones de pareja o las relaciones hombre-máquina. Her es un film abolutamente maravilloso, cautivador y que requiere de varios visionados para captar totalmente su auténtica grandeza. Era, probablemente, la película más redonda de todas las que competían la pasada noche del 2 de marzo, pero demasiado poco promocionable  y comercial como para darle muchos premios.

Gravity ha tenido en este 2014 su año de gloria, pero probablemente en años venideros se realizarán otras películas que igualarán y superarán sus logros técnico-artísticos, pues la tecnología no para de evolucionar; pero el film de Spike Jonze tiene un puesto asegurado en el olimpo de las películas irrepetibles y tengo la impresión de que, al contrario de sus competidoras en esta edición de los Oscar, siempre será una película moderna y profunda. Una auténtica obra de arte de las que dan sentido al cine.


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