En tiempos donde el 3D se ha posicionado cómo uno de los formatos más comerciales, y exitosos, en la actualidad, resultaría casi imposible e impensado, que viésemos una película no solo en blanco y negro ambientada en los años 20`s y 30`s, sino que además, fuera muda. Si, leyeron bien, muda. Un suicidio por donde lo quieran ver y un fracaso a kilómetros, claro, eso a priori. Cuando las luces del cine se apagan y la partitura musical de Ludovic Bource empieza, todos tus temores se disipan apenas han pasado cinco minutos. Luego reflexionas y te das cuenta que estás ante un milagro fílmico, ante una oda a la belleza, ante algo irrepetible, ante algo fantástico.
Michel Hazanavicius, director y guionista, un aplauso por favor, estreno la película en el pasado festival de Cannes, donde la película no solo fue ovacionada sino que su actor protagónico, un gigantesco Jean Dujardin, se llevó el premio a mejor actor. A partir de ese momento la película comenzó a andar en boca de todos y lo más importante, quizás lo majestuoso, fue que empezó a arrasar en todos los festivales a los que se presentaba y se llevaba, de paso, cada reconocimiento (premio) que hubiese. Actualmente es la gran favorita en la noche de los premios Oscar, a realizarse éste próximo domingo. Y es por eso, sus 10 nominaciones, y toda la crítica mundial, que llega a nuestro país, y la respuesta del público es, al menos lo que yo vi, irregular.
Por un lado esta el sector del público que ni en locura entrarían a verla al cine, ni en video ni en nada, argumentado, varios de ellos, que es un “aburrimiento” ver algo cómo eso. El simple echo de oír, irónicamente, que es una película muda, es decir sin sonido ni diálogos, aunque éstos mismos aparecen escritos en la pantalla a lo Hollywood clásico, se les hace, al público, una locura increíble. La otra mitad del respetable, donde podría colocar a los que aman el cine, ven esta posibilidad cómo algo único y deciden verla. Espero, honestamente, que ustedes estén en la segunda mitad, se los aseguro, no se arrepentirán.
La historia de El Artista es simple, al menos en apariencia, y se enfoca en la triste historia de George Valentin (Dujardin), actor famoso del cine mudo, y su prometedora carrera. Lo que Valentine no sabe es que el cine sonoro esta por llegar y con eso, la destrucción de la carrera que tanto esfuerzo le había costado edificar. A la par de su decadencia, la joven y talentosa Peppy Miller, Bérénice Bejo, esposa de Hazanavicius, pasa de ser una simple admiradora de Valentine, a extra de cine y posteriormente a estrella mundial del cine sonoro. Lo demás es puro cine de altísima calidad y de una maestría formidable en todo aspecto, desde la dirección, pasando por la fotografía exquisita de Guillaume Schiffman, hasta la exquisita y maravillosa música de Ludovic Bource, la cual sostiene de manera impecable todo el ritmo y atmosfera de la trama sin decaer en ningún solo momento. Formidable.
Mención aparte merece el pequeño perrito Uggie, amigo inseparable de Valentine y responsable de quizás el momento de mayor tensión de la película. Imposible no encariñarte con esta criatura. En cuanto a los roles de Dujardin y Bejo, cualquier calificativo alabándoles se quedaría extremadamente corto. Los dos son los amos de la historia al momento que cada uno sale a cuadro y se magnifican cuando comparten escena. Sin duda alguna Dujardin debería llevarse todos los premios a mejor actor, incluyendo el Oscar, por encima de los nominados, ya que personalmente la diferencia es abismal, salvo la de Gary Oldman, la cual no he tenido la oportunidad de ver. Supongo que puede estar a la altura, Oldman, pero jamás superar éste portentoso trabajo de Dujardin.
Para finalizar esta crítica, con mucho gusto y satisfacción, he de recomendarles ampliamente esta joya cinematográfica cómo una muestra formidable de buen cine. Una obra maestra en todos los sentidos que nos devolverá el amor a esta preciosa profesión, cómo la es la del cine. Scorsese ya hizo un homenaje, hermoso, y ahora Hazanavicius hace también lo suyo, inclusive mejor, me atrevo a decir. La ultima escena de El Artista es cine en estado de gracia, insuperable, bellísimo, magnifico; un poema de amor hacia el cine y a la vida misma. Cuando los créditos finales llegan, uno quisiera que jamás llegaran, no queda más que aplaudir. Que espectáculo señores. Que espectáculo.
Calificación: ★★★★★