Marina Nistal Cano tiene 5 años y de mayor quiere ser «pintadora».Jugando con su hermano Gabriel, de 8, y que quiere ser «científico», precisa: «Maquilladora». La niña va en silla de ruedas a causa de un tumor en la médula espinal que la ha hecho pasar varias veces por el quirófano, un par de ellas por operaciones de mucha complejidad en las que se jugó la vida. Su abuela, Mercedes, dice que está segura de que un día caminará, que nadie esperaba su mejoría, que es una luchadora nata. Y que después de todo lo que han pasado,«esto es gloria bendita». Pero lo que seguro que no podrá hacer Marina es subir las escaleras de su colegio, el Baldiri Reixach de Badalona, en septiembre, para hacer primero de primaria. Y, hoy, en el colegio no hay ascensor y ese curso se da en el piso de arriba.De hecho, ella ya tendría que haber subido antes, pero, sin el ascensor de marras, el centro hizo lo indecible por adecuarse a la situación. Por ejemplo, cuenta la madre de Marina que una clase de P4 se dio arriba y otra abajo para que su hija no tuviera problema. Pero ya no pueden más. Ni la familia ni el centro quieren esperar otro curso a que llegue la solución. En el colegio hay otra niña con una enfermedad en las articulaciones que en ocasiones le ha impedido subir las escaleras. Hace tres años que reclaman el elevador.«No me la pienso llevar a otro centro», proclama la madre de Marina, Aída Cano, que afirma que el «trabajo de integración»que ha hecho el personal con su hija pequeña es ejemplar: «Todos han hecho un esfuerzo. ¿Por qué no lo puede hacer la Generalitat?». Un colegio debería tener garantizada la accesibilidad, pero en el Baldiri Reixach hay una reforma global pendiente, algo que la Generalitat ha argumentado: no se puede instalar el ascensor antes de la reforma, por sentido común.Los padres y docentes se han hartado, porque al ascensor se suma otra situación más reciente que los irrita tanto o más: Ensenyament ha decidido suprimir una de las dos líneas de P-3 del colegio el próximo curso. El resultado es que la escuela es un hervidero de protestas constituido en asamblea desde la semana pasada. Los padres de los alumnos tienen un denso calendario de movilizaciones que les llevará el martes al pleno municipal de Badalona y el miércoles, al Parlament.El concejal y la pancartaAyer se reunieron y escucharon al concejal de Educación del Ayuntamiento de Badalona, Juan Fernández (PP), que acudió a explicar que hoy tendrá una reunión con la Conselleria d'Ensenyament en la que se podría desbloquear el problema del ascensor. Que la solución sería colocarlo cerca de la entrada para no interferir en la obra futura. En cambio, Fernández no tuvo respuesta para la cuestión de la eliminación de una de las aulas de P3.El edil suscitó protestas airadas cuando dijo: «No voy a hacer pancartismo». Un hombre le dijo que sin pancartas no hubieran conseguido los colegios del barrio, Llefià, en su día,Ensenyament tiene una explicación para cada uno de los temas. En el del ascensor, no se da todavía por hecha una solución, pero según fuentes del departamento, se está avanzando en la cuestión. Es probable que la cuestión se desbloquee, y que el ayuntamiento y la Generalitat paguen entre los dos la instalación. Pero en cualquier caso, la respuesta es que la escolarización de Marina está asegurada: o arriba, con el ascensor instalado, o abajo, adaptando módulos de infantil. A la madre eso no le basta. Ella quiere a su hija arriba.Las cifras de EnsenyamentSobre el aula perdida de P3, Ensenyament apela a los números: en Badalona hay 95 grupos de P3 y los datos de este curso indican que sobran 142 plazas. De ahí la eliminación de la línea. Se antoja una batalla difícil de ganar por parte del centro, que subraya que en principio otros debían perder esa línea pero la china les cayó a ellos. Argumentan que hay demanda, que habrá niños que se queden sin plaza en el centro. Pero no es un dato que convenza a la Generalitat.Después de que la escuela esgrimiera ayer su protesta mediante una cadena humana, Marina y su hermano Gabriel jugaban bajo la mirada entusiasta de la abuela, que cuenta que la niña es fuerte y alegre. Y que no se deja impresionar: «Saliendo de una operación de ocho horas en la columna, cuando despertó dijo: 'Que venga mi abuela a cantarme'».www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/ascensor-marina-3280363
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Revista Solidaridad
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