Revista Cultura y Ocio
El asesinato como diversiónFredric BrownISBN: 9788490061367Formato: Tapa blanda – 224 Págs Editorial: RBA
El asesinato como diversión debería ser un nuevo serial radiofónico hilarante e ingenioso, una auténtica garantía de éxito, pero su creador, un joven guionista descontento con su actual trabajo, no consigue que nadie acepte emitirlo. Con los guiones redactados y a punto para el ansiado día del estreno, todo parece indicar que deberá armarse de paciencia hasta que consiga vender el producto a alguien con criterio e intuición suficientes como para valorar su obra. La vida del joven guionista, sin embargo, dará un vuelco cuando un asesino anónimo cometa atroces crímenes siguiendo al pie de la letra sus textos inéditos. Si nadie salvo él conoce las historias de su propio proyecto, ¿quién convencerá a la policía de que él es inocente de tales asesinatos?
Cuando el año pasado me compré la colección completa de El País de clásicos de la novela negra no pensé que fuera realmente a disfrutarla tanto. Primero porque algunos ya los había leído, pero hacia tanto que mi recuerdo era un tanto borroso. Segundo, porque había bastantes que no conocía ni de oídas. Y fue precisamente gracias a este último tipo de títulos por los que me he ido animando a adelantar sus lecturas.
Por ejemplo, coged a Fredric Brown. El pobre hombres no es que haya sido muy popular. La primera imagen que me viene a la cabeza es la de cientos de novelillas pulpeditadas en versiones de bolsillo. Además, se decantó tanto por la literatura de misterio como por la ciencia ficción, y quizás por ello su nombre resuena en otros círculos más freaks.
Tras leerle en El asesinato como diversión, hay que reconocer que es original. Esos argumentos extraños para la época, que quizás le quitando el valor que tenía, a mí a día de hoy es lo que más me ha hecho disfrutar. Imaginaos el comienzo: un hombre, en pleno agosto, disfrazado de Papá Noel entra a una oficina y asesina a un hombre sin más. Ya es raro de por sí, pero si luego nos enteramos que la idea la ha sacado de unos guiones de radionovela que nunca han visto la luz… empieza a ser atractivo.
El protagonista, que nos lo cuenta todo en primera persona, es un pobre periodista venido a menos que ahora trabaja como guionista de la radionovela más famosa de la época. Un hombre que desprecia su ocupación, desprecia su vida y se desprecia a sí mismo. Con un problema de alcoholismo bastante grave para el que lo ve desde fuera (no me cabría en el minibar de casa todo lo que él es capaz de ingerir en apenas 200 páginas de novela) tiene sueños que no se atreve a cumplir.
Vamos, un antihéroe en toda regla. Por lo que no es de extrañar que se te tome por culpable cuando todo apunta a él, sobre todo teniendo en cuenta que hay muchas horas que el alcohol le impide explicar. Tenemos entonces a un antihéroe que además es un falso culpable, y que en lugar de confiar en la ley intenta buscar su exculpación por sí mismo.
La novela, además de este protagonista peculiar, tiene bastante tópicos de la época: la mujer hermosa e ingenua (rubia, para más inri), el policía tosco y malhumorado, el alcohol y el tabaco por doquier, el humor jocoso entre tanto muerto… Un refrito de todo lo que uno espera encontrar, quizás casi parodiando la novela negra, adaptada a una edición pulp.
Pero divertida al fin y al cabo. El humor negro es algo que puede salir muy bien o ser de muy mal gusto. En este caso ha salido airoso y buena parte del tiempo la he pasado sin saber muy bien si reír de los absurdo o preocuparme de la situación. Porque la cosa se va enrevesando bastante y afectando muy seriamente a nuestro cínico protagonista. Va tomando decisiones que podemos no entender, quizás porque sabe lo que hace (lo más seguro es que no) o quizás porque no sabe qué hacer.
El final llega casi solo y muy rápidamente, con un desenlace en el que apenas me ha dado tiempo a atar cabos hasta que no lo explicaron, por haberlo leído muy rápido. En el fondo todas las pistas están ahí, solo hay que estar atentos y reaccionar con instinto. No se saca nada de la manga, aunque hay que reconocer que la resolución llega más por un golpe de azar que por el verdadero intelecto de protagonista… ¿Pero no habíamos quedado en que era un antihéroe? Pues eso.
Para mí ha sido una historia muy entretenida, que se lee muy fluida y que se termina en apenas una tarde. Y aunque tampoco pueda catalogarla de obra maestra, me ha hecho pasar un buen rato y no se puede negar que sabe cómo mantener la atención del lector. Ahora seguro que pruebo también la faceta más fantástica del autor.
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