Revista Opinión

El asesinato de Clara, aquella abadesa de Tilisarao. Capítulo 2

Publicado el 07 noviembre 2019 por Carlosgu82

Rafael, el ignorante floral.

Capítulo 2

Eva fue la hermana más cercana a Clara, una ex adicta a la heroína que encontró en la abadía de Tilisarao un refugio para salvar su vida, se prostituía con tal de conseguir algún gramo de ese polvo nefasto, llegó al monasterio con una sobredosis brutal, y a los pocos meses el señor le mostraría el camino a la adicción del espíritu santo, se convirtió al catolicismo por completo, dejó atrás su pasado de drogas para vivir orando y ayudando a todo aquel que lo necesitará. Limpió su alma a punto tal, que era la mano derecha y posible sucesora de Clara.

Rafael con cara de póquer y tono grave pregunta a Eva, ¿di un nombre y el supuesto móvil del crimen ?

Eva sin entrar en dudas, afirmó, “la hermana Matilda”, tragaba resentimientos y masticaba envidia porque nunca tuvo la aprobación de Clara, se desesperaba por conseguir su confianza la cual siempre le fue ajena, jamás rozó siquiera su círculo íntimo ya que la abadesa tuvo siempre una sensación de desconfianza para con ella, una premonición de que la maldad rodeaba su esencia.

El detective mandó a llamar a Matilda, la acusada por razones emocionales, apenas la observó, descartó que fuera la autora material del homicidio, su metro casi treinta de estatura, su contextura flaca, parecía como de un cristal delgado a punto de romperse, su brazo derecho carecía de movilidad producto de una artritis avanzada, su deterioro físico era muy palpable, sería incapaz de alzar un hacha y estrellarla con suficiente vigor para partir una cabeza humana.

Rafael la desestimó por completo, un laberinto de conjeturas pasaban por su mente, su trayectoria era intachable, “el esclarecedor”, así lo apodaban en el departamento de detectives , en su historial tiene la cosecha de quince casos resueltos en diez años, un promedio salvaje, pensó descansar y esperar tranquilo su retiro en el pueblo de Tilisarao, no obstante, sólo hace falta patear una razón y saldrán mil homicidas, la sangre violenta siempre lo siguió, fue su única relación con una llama inapagable, típico hombre de ley casado con su trabajo.

Su experiencia lo obligaba a no descartar ninguna pista, pero su olfato lo atormentaba, algo aterrador encerraba este homicidio.

Con el cigarro apretado sobre sus labios secos y el humo entre sus cejas desprolijas, contemplaba un rosedal asediado por el temporal, con rosas de un blanco inmaculado, hecho que lo motivó a regresar a la escena del crimen, levantó la rosa negra que reposaba aún en el cuerpo de la abadesa y descubrió que la misma fue teñida a negro, parece ser que la asesina tiene conocimiento de pinturas.

Las rosas negras sólo crecen en un lugar del mundo, al sur de Turquía, son muy exóticas y difíciles de conseguir, por lo tanto la mayoría de los floristas realizan tratamientos con tinturas para obtener tonalidades oscuras, Rafael sabía de este tema por un delito pasional de una pareja turca, fanfarroneaba entre sus pares el gran hallazgo, aunque «la hermana Santina» lo pondría en vergüenza, sabrá usted de investigaciones pero no de plantas, no es una rosa, es una “gardenia”, el patio está plagado de estos arbustos con flores blancas similares a las rosas, igualmente para su tranquilidad, la ignorancia floral no es pecado aún.

Santina continuo desgarrando la moral de Rafael, explicó que estas plantas de inconfundible aroma simbolizan la pureza, la dulzura y el amor secreto entre dos personas.

Rafael al fin paró de fumar, perplejo ante la última frase de la hermana, la causa tomó un giro inesperado, ahora la carátula por el femicidio de la abadesa, Clara, es por muerte pasional.

Continuará…


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