Revista Insólito
En la década de los 80 ocurrió un suceso algo escalofriante en la costa dorada, en las tierras de la localidad de Cambrils.
Maria Teresa Mestre Gitó, tenía 44 años cuando ocurrió dicho suceso, era la mujer de un conocido industrial aceitero acusado y procesado en la cárcel por fraude (Enrique Salomó) en 1981, una tarde de 1984 Maria Teresa dejó el coche en el parquing, después subió las escaleras para ir a su apartamento, pero nunca llego, se encontró un amigo de su hijo (Angel Mayayo) que le pidió ayuda con unos papeles telefónicos.
Él, lo que realmente quería era poder hablar con alguien, ya que llevaba unos días muy mal por una ruptura sentimental. Maria Teresa Mestre procedió a ayudarle, al rato de estar ahí, esta debía verle algo raro y que quería marcharse, él cuando vio que ella tenía tantas ganas de irse procedió a coger una llave tubular, de las utilizadas para desmontar ruedas, y le dio una serie de golpes en la cabeza, esta se puso las manos en la cabeza y cayó desplomada en el suelo.
Minutos después el hombre pareció despertar de una especie de trance. No había tomado drogas ni alcohol, pero se sentía aturdido. Se concedió unos momentos para aclarar sus ideas. Después, lo primero que hizo fue poner en orden la ropa que llevaba la mujer. Sintió un estremecimiento y se preguntó cómo había sido capaz de golpearla.
En su mente se apiñaban pensamientos confusos. Pasó por un fuerte estado de excitación, y por un instante se dejó arrastrar por el pánico. Pensó que no había querido hacer aquello, que nunca quiso hacerla daño. Pensó que si lo confesaba en seguida el juez podría concederle el beneficio del arrepentimiento espontáneo. Pero decidió que no quería aparecer como culpable. Tuvo que sobreponerse y tranquilizarse.
Más tarde transportó el cuerpo hasta el cuarto de baño, lo deposito en el interior de la bañera. Recogió las bolsas de la compra, el bolso de señora, el cuello de piel y la chaqueta de María Teresa que había dejado en el piso. Sacó del bolso el monedero con la documentación y lo guardó, el resto lo transporto con una maleta plegable hasta el coche de la citada, condujo el dicho vehículo hasta un camino próximo al hotel Augustus de Cambrils, lo aparco y se llevo la maleta y las llaves del coche.
Regresó al apartamento a pie, dando un paseo por la playa. Al llegar a la altura de un camping situado junto a una zona rocosa tiró las llaves del vehículo al mar. Cuando llegó al apartamento se dirigió sin perder un momento a la bañera, donde con una sierra procedió a trocear el cuerpo. Comenzó cortando los pantalones y el jersey con unas tijeras. Luego seccionó las piernas a la altura de las ingles, y después se decidió por el tronco, que partió por la cintura. Antes había lavado con la alcachofa de la ducha la parte superior del cadáver.
El cuerpo quedó dividido en cuatro grandes pedazos: el tórax, con la cabeza y los miembros superiores, el tronco pelviano, seccionado a la altura del ombligo y los dos miembros inferiores separados. Fue introduciendo los trozos en grandes bolsas de plástico, que ocultó en el interior de otras destinadas a guardar ropa. Tuvo que atar las manos del cadáver al cuello para que le fuera más fácil manejarlo. El cadáver troceado entró completamente en tres bolsas.
Continuará...