El asesinato de Roger Ackroyd
Autora: Agatha ChristieEditorial: RBAISBN: 9788479015435Páginas: 156
SinopsisMrs. Ferrars ha muerto víctima de una sobredosis de somníferos. Hace un año, su marido murió al parecer de una gastritis aguda. Caroline Sheppard, la hermana del médico de King's Abbot, sospecha que fue envenenado. Poco después, Roger Ackroyd, el terrateniente de la villa, aparece muerto con una daga tunecina clavada en la espalda. ¿Estarán las tres muertes relacionadas? ¿Tendrá Caroline razones para sospechar?
Reseña de Rustis
Cuando Teresa, de Leyendo en el bus, nos propuso participar en un Homenaje a Agatha Christie, supe que volvería a leer esta novela. Está, por supuesto, entre las más conocidas y valoradas de su autora, y desde hace años vuelvo con cierta frecuencia a ella para repasar algunos detalles que han pasado a convertirla en todo un ejemplo de originalidad en el manejo de la narración. Son dos, fundamentalmente, las cuestiones que llaman la atención en El asesinato de Roger Ackroyd: el narrador elegido por Agatha Christie para contar la historia y, por supuesto, el final de la novela.
Aunque la autora vuelve de nuevo a la figura de Hercules Poirot como detective protagonista, decide en este caso presentarnos la acción a partir del punto de vista de Mr. Sheppard, el médico de la pequeña localidad inglesa de King's Abbot. Este personaje nos irá contando, a través de sus recuerdos y las notas que toma en su diario, lo sucedido desde el día en que su acaudalado amigo, Roger Ackroyd, es asesinado en su despacho por un desconocido que le clava una daga tunecina. Es Mr. Sheppard quien irá presentando a los diferentes protagonistas de la historia, todos ellos familiares, amigos o vecinos del muerto que, de una u otra manera, y como suele ser habitual en las novelas de Christie, en algún instante de la historia parecen convertirse en sospechosos. También será él quien, tras la decisión de la hija de Ackroyd de pedir al detective Poirot que averigüe quién es el responsable del asesinato, acompañe al detective belga en sus pesquisas y nos muestre el peculiar sistema de investigación y la egocéntrica personalidad de éste. Insisto en muchas ocasiones en mis reseñas en las dificultades que genera la elección de un narrador en primera persona en cualquier tipo de novela; hace poco, además, confirmaba los peligros de esta técnica al observar los pequeños errores que Sophie Hannah, en su resurrección de Hércules Poirot, cometía al tratar de desarrollar un sistema similar al de El asesinato de Roger Ackroyd. Pero a la “dama del misterio” nada se le ponía por delante, y en esta novela no se pierde ni un ápice de rigor, ya que la autora es capaz de colocar a Mr. Sheppard siempre en la posición más adecuada para lograr contar la historia de modo que el lector pueda seguirla sin perder los detalles más importantes y, sobre todo, sin caer en la falta de verosimilitud.
Agatha Christie
Por otro lado está el final de la historia, que por supuesto no revelaré y que fue, desde la publicación de la novela, motivo de disensiones entre críticos, algunos de los cuales acusaron a Agatha Christie de romper con una de las condiciones básicas del género: “el detective no puede saber más que el lector”. Os preguntaréis qué opino yo al respecto y si, efectivamente, en esta historia Hércules Poirot, más allá del momento final en que, como siempre, revela quién es el asesino, sabe más de lo que sabemos los lectores. Yo afirmo rotundamente que no existe tal engaño, que no se rompe esta premisa de la novela clásica de detectives, y que en ningún momento me he sentido engañada -aunque sí muy sorprendida- por el desenlace de la historia. He vuelto con mucha frecuencia sobre esta novela para recordar la manera en que está montada la trama, para repasar los acontecimientos intentando averiguar si, efectivamente, existe alguna trampa que achacar a su autora, y continúo pensando lo mismo. En todo momento, si somos lectores atentos, tendremos todas las variables delante de nuestras narices aunque, como suele suceder, la mayoría de nosotros no seremos capaces de darle a todos los detalles la importancia necesaria para lograr adelantarnos a ese sorprendente final. He conocido personas, la mayor parte de ellas frecuentes visitantes de novela de misterio, que han sido capaces de averiguar el final antes de llegar a él pero, por lo general, no sucede así y, por supuesto, debemos tener en cuenta que la novela fue publicada en 1926, cuando aún no todo estaba dicho en el mundo de la narración detectivesca, lo que convertía a Agatha Christie en una pionera en el manejo de determinados recursos de construcción de la trama.
El asesinato de Roger Ackroydes, en suma, no sólo una de las mejores obras de su autora, sino también un texto imprescindible para aquellos a quienes les atraiga el misterio. Como es habitual en Agatha Christie, la historia se rodea de una ambientación exquisita, unos personajes muy creíbles, a los que conocemos a través de diálogos ágiles y veraces, y un ritmo muy adecuado que nos lleva, poco a poco, hacia uno de los mejores finales -quizá sólo superado por Asesinato en el Orient Express- de todos los imaginados por la gran dama del misterio. Sólo un aviso a navegantes: aunque la novela, aun conociendo su resolución, sigue resultando interesante y hay quienes, como yo, vuelven a ella de vez en cuando, merece ser leída sin conocer demasiados detalles de su trama. Por supuesto, sin conocer su final. Estos días he comprobado cómo abundan en la red páginas, reseñas y comentarios de lectores en los que se desvelan demasiados datos. Antes de que una lengua viperina y rápida os estropee este misterio, haceos con la novela y descubridlo por vosotros mismos.