"Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente."
¡Hola, amig@s!
Esta estupenda e irónica cita de De Quincey, autor entre otras obras de Del asesinato considerado como una de las bellas artes, nos introduce maravillosamente bien en el tema que nos ocupa hoy: el asesinato y su, a veces, estrecha relación con las bellas artes. Y tan estrecha, como veréis...
El libro en cuestión se titula El asesino de las bellas artes y engloba dos obras de autores y géneros bien diferentes: el relato de Charles Dickens, Atrapado, y el ensayo de Oscar Wilde, Pluma, lápiz y veneno. ¿Y qué tienen los dos textos en comúm? Pues que los dos se centran en la figura de Thomas Griffiths Wainewright, pintor, escritor, crítico de arte, caballero de encantadora conversación y gusto artístico- adoraba a Constable, predilección que compartimos- y, se me olvidaba, frío asesino. Nadie es perfecto. Al parecer el caballero en cuestión tenía cierta tendencia al uso- y abuso- de la estricnina.
Charles Dickens (1812-1870) y Oscar Wilde (1854-1900)
AQUÍ, en la entrada de esta mañana, colgué algunos de sus bonitos y delicados retratos y uno de sus autorretratos- sí, él es el autor-, para hacernos una idea de su obra y comprobar el abismo existente entre lo que ésta transmite y la realidad vital del autor. ¡Cuánto dio que hablar Wanewright en los círculos artísticos del momento! No olvidemos que tenía una rica vida social y cierto prestigio- había recibido los elogios del propio William Blake- y era un caballero en todos los sentidos... hasta que se demostró lo contrario. Varias fueron sus víctimas: su tío, que lo había criado, su suegra, una cuñada, algún amigo... pero, como el hombre culto y refinado que era, siempre lo hacía de modo elegante usando la estricnina escondida en su gran sortija verde- le encantaba el verde. El destierro en Tasmania, medio enloquecido y con la sola compañía de un gato, fue su triste final.Y éste es el personaje protagonista de los dos textos del libro de hoy. El magnífico relato de Dickens, Atrapado, muestra la repugnancia y el profundo desprecio que al autor le producía este personaje- llegó a conocerlo en la cárcel en uno de los recorridos que Dickens hacía para documentarse- mientras que el ensayo de Wilde, Pluma, lápiz y veneno, es un acercamiento más artístico, y se centra en la faceta de artista del dandy Wainewright. Dos enfoques bien distintos sobre este personaje del siglo XIX, el asesino de las bellas artes.
¡Gracias por vuestros comentarios! Nos leemos...
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