Estaba decidido, era el tercero que probaba y resultó ser el más elegante y cómodo, cierto que era el más caro, pero… ¡qué demonios! el largo viaje bien lo merecía.
Sus allegados le consideraban un loco extravagante por preparar su funeral en vida, pero D. Heriberto que era muy metódico y escrupuloso para sus cosas, no quería dejar en manos ajenas tan importante acto social.
Estaba arruinado. Su mala suerte y su ambición convirtieron su corazonada en tragedia: el caballo al que apostó todo su dinero acabó rodando por el suelo.
Su lema era: “antes muerto que sin plata”. Había llegado el momento de llevarlo a cabo.
Miró las fotos: Su traje de terciopelo carmesí ribeteado en oro, lucía esplendido sobre el fondo de seda blanca del imponente ataúd, pronto los buitres que le rondaban podrían admirarlo. Esa parte voy a perdérmela -pensó contrariado-, mientras vertía el cianuro en la copa.Texto:Yolanda Nava Miguélez