¡Qué seáis muy felices amigos!
Para otros, es lamentablemente, el sitio más alto que han encontrado para lanzarse al vacío, hartos de todo y de todos, y asegurar al máximo, el éxito de lograr el objetivo deseado que ponga fin al sufrimiento que les invade.¡Qué lástima, siempre hay como mínimo, otra salida!
Por último, el ático es para algunos, ese espacio perdido en la inmensidad de un universo real o ficticio (eso poco importa), que actúa como refugio protector y al mismo tiempo salvador, ante el peligro inminente que acecha en forma de desconocido enemigo.
Siempre es posible otro mundo, ese en el que nuestros deseos se encuentran en perfecta armonía con el esquema mental que hemos creado con arreglo a nuestros acertados o equivocados pensamientos. Ese lugar seguro, al que se vuelve siempre que las bofetadas de la vida nos cruzan la cara en forma de hostia física que nos deja los "papos coloraos".
En definitiva, el ático es como esa cabaña perdida que sirve de escondite cuando el peso de la propia existencia se convierte en un lastre excesivo, que impide cualquier intento de avance, y cuando la crueldad de lo evidente no deja opciones alternativas, aunque estas sean de huida hacia adelante, puesto que, la frágil condición del ser humano y su efímera vida, aprietan su cuello y lo asfixian como la soga en el árbol del ahorcado, hasta que el grifo del oxígeno suelta su última gota, y el mortal esqueleto tras patéticas convulsiones, se balancea como un títere más tieso, que la pata de palo del pirata Barba Azul.
¡Esto es lo que hay!
Fran Laviada